El párrafo pertenece al libro: Mensajes para los jóvenes, escrito
por Elena G. de White, fundadora de la iglesia adventista del séptimo día.
De todos los numerosos párrafos que contienen enseñanzas anti bíblicas del libro: Mensajes para los jóvenes, el siguiente parece ser el más representativo de la forma de pensar de la autora.
UN USO INDEBIDO DE
LA MÚSICA
Los ángeles andan
alrededor de aquella morada. En ella se
celebra una reunión de jóvenes; se oye el sonido de música instrumental y
vocal. Hay cristianos allí reunidos, ¿pero que es lo que se oye? Es un canto,
una frívola cantinela, propia de un salón de baile. He aquí, los ángeles puros
retraen su luz, y la oscuridad envuelve a los que están en la casa. Los ángeles
se apartan de la escena. Sus rostros están tristes. He aquí que lloran. Vi repetirse esto varias veces en las filas
de los observadores del sábado. (Mensajes
para los jóvenes pág. 293)
“Vi repetirse esto”
Vale aclarar que cada vez que
Elena de White usaba la palabra “vi”, se refería a alguna visión que recibía
del espíritu de profecía que decía tener. En este caso, eso es bastante obvio,
ya que de otra manera no habría podido ver a los ángeles.
En principio habría que analizar
a los ángeles que intervienen en el párrafo, porque su comportamiento tiene
características puntuales, dignas de ser destacadas.
El dar un inmediato castigo a
los jóvenes que se supone que están cuidando es una actitud extremista en
varios sentidos, es un acto de extrema intolerancia hacia ellos, se muestran muy
sectarios y su actitud es enormemente
temperamental cuando terminan llorando.
El castigo que reciben esos
jóvenes es nada menos que el abandono, pero el párrafo no lo presenta así, no
muestra una escena donde hay castigo, sino que más bien parece haber habido una
transgresión por parte de los jóvenes y por eso a los ángeles no les queda otra
más que irse.
Pero su llanto es más propio
de los histéricos que de los dolidos. Exteriorizan y ostentan un desagrado muy
temperamental por no estar donde quieren, por eso hacen toda esa especie de
ceremonia de retraer la luz primero para irse llorando después, sólo les faltó
zapatear el piso haciendo un berrinche como esos chicos a los que se les manda
a su cuarto castigados.
El hecho de irse llorando también
es parte del conjunto de medidas del castigo, sirve para dejar con culpa a los
jóvenes de la casa, para que no se queden en paz consigo mismos, que la
conciencia les pese.
Sin embargo, a diferencia de
esos jóvenes, los ángeles se refugian en un lugar seguro, donde no serán
acusados de nada, eluden cualquier reproche que pudiera hacérseles y dejan en
claro que el abandono es algo que los jóvenes se merecen porque ellos se lo han
buscado, se van por no tener cabida en ese lugar, no pueden tener más amistad
con ellos.
La primera actitud de retraer
su luz y la posterior retirada, sirve para dejar en claro que no son parte de
un grupo como ese que escucha música rítmica, no hay igualdad entre ellos, su
retirada es altanera con apariencia de sufrida. Eso no es otra cosa más que
soberbia, con el patético agravante de que se trata de una soberbia que trató
de disimularse ineficazmente haciendo una escena de teatro.
Lo que relata el párrafo, sea
ficticio o visión de la autora, es un linchamiento, es un castigo ejemplar que
tiene un destinatario, el que mira la situación desde afuera, en este caso, el
lector del libro.
Esos ángeles realizan un
castigo ejemplar a través del abandono, el rechazo y el desprecio, sentimientos
de ese tipo son de los más desagradables que se pueda tener. La intención es
socavar la autoestima de esos jóvenes, oprimir la libertad, dejarles con
vergüenza, quebrantar todo lo que se pueda su dignidad hasta hacerles creer que
no la tienen.
Pero la peor parte de todo es
el abandono, dejar a los jóvenes librados a su suerte, renunciando por completo
al compromiso con su tarea angelical.
El abandono
Evidentemente, según Elena
White, hay pecados o transgresiones que traen consecuencias inmediatas, traen
castigo del cielo por la transgresión. En este caso, la transgresión fue la de
ceder a la influencia de Satanás, eso es porque la autora creía que la música
rítmica era Satánica.
Cabe una reflexión, ¿Qué pasó
con el juicio final y el infierno? ¿En el juicio final ese pecado otra vez será
tenido en cuenta? No debería, puesto que los transgresores ya han sido
condenados (con el abandono) y la pena ya ha sido aplicada.
Para que se entienda la
magnitud del castigo que se ha dado a esos jóvenes, oportuno es recordar los
siguientes textos escritos por la misma autora. Allí describe todo lo que les pasa a las
personas que han merecido ser abandonados por el cielo, quedan a merced de
Satanás.
“Pero cuando el hombre traspasa los límites de la paciencia
divina, ya no cuenta con aquella protección que le libraba del mal. Dios no
asume nunca para con el pecador la actitud de un verdugo que ejecuta la
sentencia contra la transgresión; sino que abandona a su propia suerte a los
que rechazan su misericordia, para que recojan los frutos de lo que sembraron
sus propias manos”. (El conflicto de los siglos pág. 59)
“Por la tenacidad con que rechazaron el amor y la
misericordia de Dios, los judíos le hicieron retirar su protección, y Satanás
pudo regirlos como quiso. Las horrorosas crueldades perpetradas durante la
destrucción de Jerusalén demuestran el poder con que se ensaña Satanás sobre aquellos
que ceden a su influencia”. (El conflicto de los siglos pág. 58)
“Dios no asume nunca para con el pecador la actitud de un
verdugo”
“sino que abandona a su propia suerte a los que rechazan su
misericordia”
El Dios en el que creía Elena
de White no asume la actitud de verdugo por la única razón de que Satanás hará
el trabajo, él es el verdugo, eso es un cinismo de la autora. No solamente los
ángeles no asumen su responsabilidad sino que, según la autora, Dios tampoco es
responsable de nada de lo que les pasa a esas personas abandonadas.
La verdadera razón por la que
se van los ángeles es para dar lugar a que venga Satanás y todo lo que eso
conlleva. Si hasta pareciera que ni siquiera Satanás es responsable de la
situación, él hace lo que tiene que hacer y nada más, incluso hasta parece
predecible, hace lo que se espera de Él. Esos jóvenes que han rechazado la
misericordia de Dios son los únicos que tienen toda la culpa.
La biblia dice que se está
con Dios o se está en su contra. La autora pareciera ignorar eso y dice que
Dios los abandona a su propia suerte, insinuando así que los que fueron
abandonados por Él quedarán en algún lugar donde supuestamente son libres,
solos, sin la protección del cielo. Como no están con Dios ni es su contra, Dios
no los castigará, pero tampoco los protegerá.
Esa mentalidad tiene como
objetivo hacer creer que el abandono no es un castigo, ese es otro cinismo.
Todo ser humano tiene el
derecho a no ser abandonado, más aún si se es joven o niño. Ningún ser humano
debería tener derecho a abandonar a los indefensos.
Ahora, ¿ser abandonado por
Dios y sus ángeles? Alguien debería haberle dicho a la autora que el abandono
es un castigo devastador, ni siquiera hace falta que Satanás haga lo suyo con
el abandonado, con esa sola circunstancia ya se tiene de sobra.
Suponiendo que lo que dice el
párrafo sea verdad, entonces, ¿que hacen los padres de esos jóvenes? ¿También se
alejan de sus hijos y los abandonan a su suerte por tremebunda transgresión de
escuchar ese tipo de música? Generalmente no, eso no suele pasar, eso quiere decir
que, por ejemplo, los padres de joven artista de rock son ¡más indulgentes que
los mismísimos ángeles!
Y si esos jóvenes salen a la
calle y sufrieran un accidente, ¿la gente los dejará tirados a su suerte como
castigo por andar escuchando música de ese tipo? No, alguien vendrá a ayudarlo,
una persona cualquiera, un desconocido, un incrédulo.
Si una persona sufre un
accidente en la calle, la ambulancia vendrá por él, si lo asaltan y roban, la
policía lo ayudará también. Si en la calle hay un pozo o algún peligro de ese
tipo, alguien pondrá algún letrero advirtiendo del peligro.
¿Y los ángeles? Andan por ahí
llorando en algún lugar seguro, están así protegidos de cualquier peligro y
libres de cualquier acusación en su contra.
Al parecer, la humanidad es
más solidaria y compasiva que los ángeles esos. Hasta los animales parecen ser
más compasivos, hasta un perro cuidaría mejor a esos jóvenes.
Suponiendo que lo que dice el
párrafo sea verdad y que ese comportamiento extremista sea nomás propio de los ángeles,
entonces habría que mandar un pedido, con actitud de ruego, a toda la
humanidad.
No copien su comportamiento,
no dejen solos a los jóvenes. No los abandonen ¡nunca!
Histeria
Los ángeles del texto, al
parecer son histéricos o se comportan como si lo fueran. Cumplen metódicamente la
tarea premeditada y reiterada de entrar o ir a cuidar la casa de los cristianos,
para luego buscar y encontrar alguna buena razón para irse ofendidos, dolidos.
Así los demás se quedan con culpa.
Antes de partir, necesitan
dejar bien en claro que su retirada es por razón de un mal comportamiento de
los que están en la casa, para que la culpa los carcoma. De ahí que tienen como
una rutina, primero retraen su luz, luego se alejan mostrando un rostro triste,
y luego lloran.
La escena es casi novelesca,
en vez de cuidar a los jóvenes los aniquilan con todas las armas de que
disponen. Tienen el manual de instrucciones del histérico y lo siguen al pie de
la letra. Su especialidad es rechazar, despreciar, victimizarse y así la culpa
quedará implantada en los jóvenes que lean y crean esto.
Meter culpa, un
crimen casi perfecto
La persona culposa, podría
estar frente mismo de su provocador y no reconocerlo como tal. No puede
identificar a su criminal, pues él mismo cree tener la culpa de todo lo que le
pasa.
El juicio que hacen lo
ángeles esos para castigar a los jóvenes con el abandono, es el peor de todos
los juicios, no tiene acusación.
Así hecho, es un juicio
nefasto, indigno y engañoso porque no aparenta ser un juicio, eso es aun peor
que el daño que podría ocasionarle el ensañamiento satánico del que hablaba la
autora.
Los condenados no han sido
acusados primero, eso los llevará indefectiblemente a acusarse a ellos mismos.
Se preguntarán: ¿que habremos hecho de malo para merecer el rechazo del cielo? Se
sentirán culpables, entonces el objetivo de la autora de meter culpa, estará
cumplido.
La mala noticia para la
autora y para todos los que difunden ese tipo de ideas enfermizas, engañosas y
manipuladoras, es que Cristo libera de toda culpa.
Situaciones
absurdas
Una característica llamativa
de los ángeles del párrafo es que esa luz que dicen tener, en realidad no
ilumina mucho que digamos, eso se nota porque los iluminados terminan
cometiendo tan absurda transgresión a las leyes de Dios.
¿Para que sirve esa luz, si a
pesar de ella igual los jóvenes terminan pecando de esa forma tan infantil y a
la vez tan grave?
En el supuesto caso de que
esos jóvenes se arrepintieran de su tremendo pecado y desearan que vuelvan los
ángeles y su luz ¿Cómo harán eso? ¿Dejarán la música y entonces así volverán?
La pregunta clave es: ¿Cómo
harán para saber cuál fue su trasgresión de la cual deben arrepentirse? ¿De
donde sacarán la luz para darse cuenta de sus errores o incluso la voluntad
para arrepentirse?
Así como está planteado el
panorama, tal parece que no solamente es posible pecar igual con la luz de los
ángeles, sino que se puede dejar de pecar sin esa luz. La verdad es que a esta
altura no se sabe bien cual es la función de esa luz y de esos ángeles.
Habría que plantearse si su
retirada en realidad no fue un paso adelante, por ahí a esos jóvenes les
convenía buscarse otra fuente de luz que no sea tan endeble, alguna otra manera
de ver mejor lo que estaban haciendo.
Hasta es posible que esa
fuera la razón de la tristeza, puede que los ángeles, haciendo un “mea culpa” y
teniendo en cuenta que son muy temperamentales, hayan sido demasiado duros con
ellos mismos y llegado al punto de llorar por no lograr hacer bien la tarea de
iluminar.
Podría ser también que la luz
que poseen sea un gran orgullo para ellos, lo único que tienen, pero como esa
luz demostró no funcionar bien, su orgullo quedó herido a tal punto de hacerles
llorar.
Sólo hay que imaginarse lo
que harán esos jóvenes que no son más iluminados, después de quedar en la
sombra. Corren peligro incluso de llegar al extremo de ¡ponerse a bailar! Menos
mal que, de ocurrir eso, los ángeles ya no estarán allí, sino son capaces de
pegarse un tiro en la cabeza.
Comportamiento
anti bíblico
¿Por qué la biblia dice que
Cristo golpea la puerta a fin de que le abramos si después de eso, los ángeles
puros se comportan tan extrañamente? ¿Actúan así por mandato de Cristo?
“He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz
y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él conmigo.” (Apocalipsis 3:20)
¿En qué parte de la biblia,
Elena de White vio que Cristo ya no estaba llamando a la puerta sino que estaba
dando órdenes de retirada a sus ángeles? ¿No será que ocurre eso sólo en sus
visiones?
La música rítmica, más aún si
se trata de rock, ha sido largamente denunciada como satánica por muchas
denominaciones religiosas. Al parecer, Satanás tiene a la música como una
herramienta terriblemente poderosa. Tan peligrosa es que hasta los ángeles se
retiran. Por eso hacen tantas denuncias públicas al respecto de su peligrosidad.
Sin embargo nadie denuncia la
ineptitud, la cobardía o incluso la traición de esos ángeles y su retirada en
el momento en el que más se necesita su luz. Es como si el vigilante de una puerta
se fuera cada vez que aparece un intruso. ¿Para qué sirve?
Qué lástima que a nadie se le
ocurrió preguntarle a la autora: ¿y qué pasaría si los ángeles se quedaran a
pesar de la música? A los ángeles habría que preguntarles ¿no se les ocurrió
quedarse?
¿A nadie se le ocurrió pensar
que la alta peligrosidad de ese tipo de música se terminaría en el momento
exacto en que los ángeles decidan quedarse en vez de huir?
Para Elena de White eso no
habría ocurrido nunca, porque hay como una especie de fanatismo y devoción por
el orden en su mentalidad. Cuando los ángeles están en la casa, hay luz; cuando
se van, la obscuridad la envuelve, eso para ella es orden.
Cuando no se escucha música
rítmica, están los ángeles, cuando comienza la música, se retiran. Eso para
ella es poner orden.
Transgredir el orden
pareciera ser una tarea muy difícil de llevar a cabo por la autora, tal vez
hasta creía que no tenía permiso de hacerlo. Al parecer el desorden era su peor
pesadilla.
El desorden comenzaría, por
ejemplo, cuando están los ángeles en simultáneo con música rítmica.
Habría desorden si hubiera
luz en la casa en ausencia de los ángeles. También habría desorden si la casa
estuviera en obscuridad estando aun los ángeles.
Sin embargo, las enseñanzas
de Cristo nos muestran que ese precisamente fue uno de los errores cometidos
por los fariseos en la época de Jesús. Tenían ideas preconcebidas en sus
doctrinas tan rígidas que cualquier variación en ellas producía un desorden
insoportable que había que remediar de inmediato, sentían necesidad de expulsar
la causa tan lejos como sea posible, se debía etiquetar el elemento en cuestión
y ponerlo en algún lugar adecuado donde no moleste, es decir, poner orden otra
vez.
“Entonces los vecinos, y los que antes le habían visto que
era ciego, decían: ¿No es éste el que se sentaba y mendigaba? Unos decían:
Él es; y otros: A él se parece. Él decía: Yo soy”. (Juan 9: 8, 9)
“Entonces algunos de los fariseos decían: Ese hombre no
procede de Dios, porque no guarda el día de reposo. Otros decían: ¿Cómo puede
un hombre pecador hacer estas señales? Y había disensión entre ellos.
Entonces volvieron a decirle al ciego: ¿Qué dices tú del que te abrió los ojos? Y él dijo: Que es profeta”. (Juan: 9: 16, 17)
Entonces volvieron a decirle al ciego: ¿Qué dices tú del que te abrió los ojos? Y él dijo: Que es profeta”. (Juan: 9: 16, 17)
“Y le injuriaron, y dijeron: Tú eres su discípulo; pero
nosotros, discípulos de Moisés somos. Nosotros sabemos que Dios ha hablado
a Moisés; pero respecto a ése, no sabemos de dónde sea. Respondió el hombre, y
les dijo: Pues esto es lo maravilloso, que vosotros no sepáis de dónde sea, y a
mí me abrió los ojos”. (Juan: 9: 28, 29)
“Respondieron y le dijeron: Tú naciste del todo en pecado, ¿y
nos enseñas a nosotros? Y le expulsaron”. (Juan: 9 34)
Los fariseos dicen: “Nosotros sabemos que Dios ha hablado
a Moisés; pero respecto a ése, no sabemos de dónde sea” manifestando así su
devoción por el orden.
El hombre que fue curado
dice: “esto es lo maravilloso”
señalando que la maravilla consiste en lo desordenada y extraordinaria de la
situación.
Los fariseos dicen: “Tú naciste del todo en pecado, ¿y nos
enseñas a nosotros?” volviendo a poner orden a la situación. Eso es ser
devoto del orden, no de Cristo.
El hijo pródigo
El regreso a la casa es como
una especie de analogía, frecuentemente utilizado por la filosofía de todos los
tiempos y simboliza: encontrarse con uno mismo.
En la parábola del hijo
pródigo, seguramente el regreso a la casa significa entrar al reino de Dios.
Los ángeles de Elena de White
se retiran por una razón muy básica, porque tienen a donde ir. ¿A dónde van?
¿Tienen un hogar donde volver? ¿El cielo es ese lugar? ¿Dónde queda su refugio?
Seguramente tienen un hogar o
algún sitio donde se pueden refugiar, para llorar o aunque sea mantenerse
alejados de la escena que les causa tanta perturbación. Muy distinta es la
enseñanza de Cristo al respecto:
“Y Jesús le dijo: Las zorras tienen
madrigueras y las aves del cielo nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene dónde
recostar la cabeza.” (Mateo 8:20)
Podría ser que alguno de los
jóvenes de la casa haya estado pródigo, es decir que estaba pasando por un
proceso en el cual tardaría un tiempo en volver a la casa del padre, al reino
de Dios. ¿Era oportuno entonces que los ángeles lo abandonen? ¿Si Dios lo
recibirá a su regreso, por qué los ángeles son tan poco indulgentes, tan
crueles? ¿Con que cara le mirarán, el día que se encuentren con él en el cielo?
Le abandonaron cuando más los necesitaba, ¿le pedirán perdón o se justificarán alegando
que no soportaban la música rítmica?
Tal vez uno de esos jóvenes que
estaban escuchando música no tenía amor en su casa, o no tenía un lugar a donde
ir a refugiarse, a diferencia de los ángeles.
Hay personas que tienen una
casa, una familia y aun así no tienen un hogar, no tienen un lugar en donde
serán bien recibidos, ni siquiera un lugar para ir a llorar.
Esa no solamente es una
situación triste, es más que eso, es una circunstancia extremadamente dañina,
especialmente para los niños o jóvenes. Obviamente, esos ángeles tampoco sabían
lo que era el amor, pero, a diferencia de esos jóvenes, ellos sí tenían a donde
ir.
Es evidente que la autora de
estos escritos, ignoraba la gravedad de la situación emocional y mental de los
jóvenes que no tienen hogar. Los que publican y los que creen en este tipo de doctrinas,
también pareciera que ignoran lo mismo. Todos tienen derecho a recibir la
debida protección cuando se tiene necesidad, nadie merece ser abandonado.
Mensajes para
los jóvenes
A todos aquellos jóvenes que
han sido víctimas de enseñanzas como esas, victimas en el sentido que pudieron
haber leído el párrafo y creído en él, pudieron hasta haber sentido miedo al
abandono del cielo; también culpa de haber escuchado música rítmica, habría que
darles un verdadero mensaje, puesto que todo lo que dice ese párrafo es
mentira:
Los ángeles verdaderos jamás
retraen su luz.
La luz que envuelve a las
personas no depende de los ángeles, proviene de su propio ser, es un regalo de
Dios, quien está en todos.
“Vosotros sois la luz del mundo. Una ciudad situada sobre un
monte no se puede ocultar” (Mateo 5:14)
Los ángeles no se apartan de
la casa de los que temen a Dios. Cabe señalar que los ángeles, nunca jamás
actúan por iniciativa propia.
“Pues El dará órdenes a sus ángeles acerca de ti, para que te
guarden en todos tus caminos.” (Salmos 91:11)
No habrá un castigo inmediato
por cada transgresión. Tampoco uno futuro, no para una persona que acepta a
Cristo.
“Hay
cristianos allí reunidos…”
Escuchar música rítmica no es
una transgresión a las leyes de Dios, sólo es un invento más de Elena de White.
La autora nunca “vio repetirse eso” en ningún otro lado
más que en sus propios delirios.
Cristo, jamás abandonará a
nadie. Tampoco mandará a sus ángeles que lo hagan.
“enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado; y he aquí,
yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.” (Mateo 28:20)
A todos los que en algún momento han
escuchado música rítmica, han puesto triste a los ángeles haciéndolos llorar, díganles:
“Dichosos los que están tristes porque recibirán consolación”
(Mateo. 5:4)
A los jóvenes que han sido
abandonados o rechazados por gente que se dice cristiana y no lo es, no les tengan
rencor, sean tolerantes. La ignorancia de ellos podría algún día terminar y su
error enmendarse. No copien del ejemplo de esos ángeles del texto que castigan
a los demás a cada transgresión. No abandonen ni desprecien a la gente
engañada, sepan que Dios les da permiso de usar el amor que Él les ha dado a
ustedes para que lo compartan también con sus enemigos.
“Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y
toda malicia. Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos
unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo”. (Efesios 4:31, 32)