domingo, 15 de abril de 2012

Una visión de Elena de White: la música rítmica




El párrafo pertenece al libro: Mensajes para los jóvenes, escrito por Elena G. de White, fundadora de la iglesia adventista del séptimo día.  



De todos los numerosos párrafos que contienen enseñanzas anti bíblicas del libro: Mensajes para los jóvenes, el siguiente parece ser el más representativo de la forma de pensar de la autora. 



UN USO INDEBIDO DE LA MÚSICA

Los ángeles andan alrededor de aquella morada. En ella se celebra una reunión de jóvenes; se oye el sonido de música instrumental y vocal. Hay cristianos allí reunidos, ¿pero que es lo que se oye? Es un canto, una frívola cantinela, propia de un salón de baile. He aquí, los ángeles puros retraen su luz, y la oscuridad envuelve a los que están en la casa. Los ángeles se apartan de la escena. Sus rostros están tristes. He aquí que lloran. Vi repetirse esto varias veces en las filas de los observadores del sábado. (Mensajes para los jóvenes pág. 293)


“Vi repetirse esto”

Vale aclarar que cada vez que Elena de White usaba la palabra “vi”, se refería a alguna visión que recibía del espíritu de profecía que decía tener. En este caso, eso es bastante obvio, ya que de otra manera no habría podido ver a los ángeles.

En principio habría que analizar a los ángeles que intervienen en el párrafo, porque su comportamiento tiene características puntuales, dignas de ser destacadas.
El dar un inmediato castigo a los jóvenes que se supone que están cuidando es una actitud extremista en varios sentidos, es un acto de extrema intolerancia hacia ellos, se muestran muy sectarios y su actitud es  enormemente temperamental cuando terminan llorando.
El castigo que reciben esos jóvenes es nada menos que el abandono, pero el párrafo no lo presenta así, no muestra una escena donde hay castigo, sino que más bien parece haber habido una transgresión por parte de los jóvenes y por eso a los ángeles no les queda otra más que irse.  
Pero su llanto es más propio de los histéricos que de los dolidos. Exteriorizan y ostentan un desagrado muy temperamental por no estar donde quieren, por eso hacen toda esa especie de ceremonia de retraer la luz primero para irse llorando después, sólo les faltó zapatear el piso haciendo un berrinche como esos chicos a los que se les manda a su cuarto castigados.

El hecho de irse llorando también es parte del conjunto de medidas del castigo, sirve para dejar con culpa a los jóvenes de la casa, para que no se queden en paz consigo mismos, que la conciencia les pese.  
Sin embargo, a diferencia de esos jóvenes, los ángeles se refugian en un lugar seguro, donde no serán acusados de nada, eluden cualquier reproche que pudiera hacérseles y dejan en claro que el abandono es algo que los jóvenes se merecen porque ellos se lo han buscado, se van por no tener cabida en ese lugar, no pueden tener más amistad con ellos.

La primera actitud de retraer su luz y la posterior retirada, sirve para dejar en claro que no son parte de un grupo como ese que escucha música rítmica, no hay igualdad entre ellos, su retirada es altanera con apariencia de sufrida. Eso no es otra cosa más que soberbia, con el patético agravante de que se trata de una soberbia que trató de disimularse ineficazmente haciendo una escena de teatro.

Lo que relata el párrafo, sea ficticio o visión de la autora, es un linchamiento, es un castigo ejemplar que tiene un destinatario, el que mira la situación desde afuera, en este caso, el lector del libro.
Esos ángeles realizan un castigo ejemplar a través del abandono, el rechazo y el desprecio, sentimientos de ese tipo son de los más desagradables que se pueda tener. La intención es socavar la autoestima de esos jóvenes, oprimir la libertad, dejarles con vergüenza, quebrantar todo lo que se pueda su dignidad hasta hacerles creer que no la tienen.
Pero la peor parte de todo es el abandono, dejar a los jóvenes librados a su suerte, renunciando por completo al compromiso con su tarea angelical.


El abandono


Evidentemente, según Elena White, hay pecados o transgresiones que traen consecuencias inmediatas, traen castigo del cielo por la transgresión. En este caso, la transgresión fue la de ceder a la influencia de Satanás, eso es porque la autora creía que la música rítmica era Satánica.
Cabe una reflexión, ¿Qué pasó con el juicio final y el infierno? ¿En el juicio final ese pecado otra vez será tenido en cuenta? No debería, puesto que los transgresores ya han sido condenados (con el abandono) y la pena ya ha sido aplicada.

Para que se entienda la magnitud del castigo que se ha dado a esos jóvenes, oportuno es recordar los siguientes textos escritos por la misma autora.  Allí describe todo lo que les pasa a las personas que han merecido ser abandonados por el cielo, quedan a merced de Satanás.


“Pero cuando el hombre traspasa los límites de la paciencia divina, ya no cuenta con aquella protección que le libraba del mal. Dios no asume nunca para con el pecador la actitud de un verdugo que ejecuta la sentencia contra la transgresión; sino que abandona a su propia suerte a los que rechazan su misericordia, para que recojan los frutos de lo que sembraron sus propias manos”. (El conflicto de los siglos pág. 59)

“Por la tenacidad con que rechazaron el amor y la misericordia de Dios, los judíos le hicieron retirar su protección, y Satanás pudo regirlos como quiso. Las horrorosas crueldades perpetradas durante la destrucción de Jerusalén demuestran el poder con que se ensaña Satanás sobre aquellos que ceden a su influencia”. (El conflicto de los siglos pág. 58)

“Dios no asume nunca para con el pecador la actitud de un verdugo”

“sino que abandona a su propia suerte a los que rechazan su misericordia”


El Dios en el que creía Elena de White no asume la actitud de verdugo por la única razón de que Satanás hará el trabajo, él es el verdugo, eso es un cinismo de la autora. No solamente los ángeles no asumen su responsabilidad sino que, según la autora, Dios tampoco es responsable de nada de lo que les pasa a esas personas abandonadas.
La verdadera razón por la que se van los ángeles es para dar lugar a que venga Satanás y todo lo que eso conlleva. Si hasta pareciera que ni siquiera Satanás es responsable de la situación, él hace lo que tiene que hacer y nada más, incluso hasta parece predecible, hace lo que se espera de Él. Esos jóvenes que han rechazado la misericordia de Dios son los únicos que tienen toda la culpa.

La biblia dice que se está con Dios o se está en su contra. La autora pareciera ignorar eso y dice que Dios los abandona a su propia suerte, insinuando así que los que fueron abandonados por Él quedarán en algún lugar donde supuestamente son libres, solos, sin la protección del cielo. Como no están con Dios ni es su contra, Dios no los castigará, pero tampoco los protegerá.
Esa mentalidad tiene como objetivo hacer creer que el abandono no es un castigo, ese es otro cinismo.
Todo ser humano tiene el derecho a no ser abandonado, más aún si se es joven o niño. Ningún ser humano debería tener derecho a abandonar a los indefensos.
Ahora, ¿ser abandonado por Dios y sus ángeles? Alguien debería haberle dicho a la autora que el abandono es un castigo devastador, ni siquiera hace falta que Satanás haga lo suyo con el abandonado, con esa sola circunstancia ya se tiene de sobra.

Suponiendo que lo que dice el párrafo sea verdad, entonces, ¿que hacen los padres de esos jóvenes? ¿También se alejan de sus hijos y los abandonan a su suerte por tremebunda transgresión de escuchar ese tipo de música? Generalmente no, eso no suele pasar, eso quiere decir que, por ejemplo, los padres de joven artista de rock son ¡más indulgentes que los mismísimos ángeles!
Y si esos jóvenes salen a la calle y sufrieran un accidente, ¿la gente los dejará tirados a su suerte como castigo por andar escuchando música de ese tipo? No, alguien vendrá a ayudarlo, una persona cualquiera, un desconocido, un incrédulo.
Si una persona sufre un accidente en la calle, la ambulancia vendrá por él, si lo asaltan y roban, la policía lo ayudará también. Si en la calle hay un pozo o algún peligro de ese tipo, alguien pondrá algún letrero advirtiendo del peligro.
¿Y los ángeles? Andan por ahí llorando en algún lugar seguro, están así protegidos de cualquier peligro y libres de cualquier acusación en su contra.
Al parecer, la humanidad es más solidaria y compasiva que los ángeles esos. Hasta los animales parecen ser más compasivos, hasta un perro cuidaría mejor a esos jóvenes.

Suponiendo que lo que dice el párrafo sea verdad y que ese comportamiento extremista sea nomás propio de los ángeles, entonces habría que mandar un pedido, con actitud de ruego, a toda la humanidad.
No copien su comportamiento, no dejen solos a los jóvenes. No los abandonen ¡nunca!


Histeria


Los ángeles del texto, al parecer son histéricos o se comportan como si lo fueran. Cumplen metódicamente la tarea premeditada y reiterada de entrar o ir a cuidar la casa de los cristianos, para luego buscar y encontrar alguna buena razón para irse ofendidos, dolidos. Así los demás se quedan con culpa.
Antes de partir, necesitan dejar bien en claro que su retirada es por razón de un mal comportamiento de los que están en la casa, para que la culpa los carcoma. De ahí que tienen como una rutina, primero retraen su luz, luego se alejan mostrando un rostro triste, y luego lloran.
La escena es casi novelesca, en vez de cuidar a los jóvenes los aniquilan con todas las armas de que disponen. Tienen el manual de instrucciones del histérico y lo siguen al pie de la letra. Su especialidad es rechazar, despreciar, victimizarse y así la culpa quedará implantada en los jóvenes que lean y crean esto.


Meter culpa, un crimen casi perfecto


La persona culposa, podría estar frente mismo de su provocador y no reconocerlo como tal. No puede identificar a su criminal, pues él mismo cree tener la culpa de todo lo que le pasa.
El juicio que hacen lo ángeles esos para castigar a los jóvenes con el abandono, es el peor de todos los juicios, no tiene acusación.
Así hecho, es un juicio nefasto, indigno y engañoso porque no aparenta ser un juicio, eso es aun peor que el daño que podría ocasionarle el ensañamiento satánico del que hablaba la autora.
Los condenados no han sido acusados primero, eso los llevará indefectiblemente a acusarse a ellos mismos. Se preguntarán: ¿que habremos hecho de malo para merecer el rechazo del cielo? Se sentirán culpables, entonces el objetivo de la autora de meter culpa, estará cumplido.
La mala noticia para la autora y para todos los que difunden ese tipo de ideas enfermizas, engañosas y manipuladoras, es que Cristo libera de toda culpa.


Situaciones absurdas


Una característica llamativa de los ángeles del párrafo es que esa luz que dicen tener, en realidad no ilumina mucho que digamos, eso se nota porque los iluminados terminan cometiendo tan absurda transgresión a las leyes de Dios.
¿Para que sirve esa luz, si a pesar de ella igual los jóvenes terminan pecando de esa forma tan infantil y a la vez tan grave?
En el supuesto caso de que esos jóvenes se arrepintieran de su tremendo pecado y desearan que vuelvan los ángeles y su luz ¿Cómo harán eso? ¿Dejarán la música y entonces así volverán?
La pregunta clave es: ¿Cómo harán para saber cuál fue su trasgresión de la cual deben arrepentirse? ¿De donde sacarán la luz para darse cuenta de sus errores o incluso la voluntad para arrepentirse?
Así como está planteado el panorama, tal parece que no solamente es posible pecar igual con la luz de los ángeles, sino que se puede dejar de pecar sin esa luz. La verdad es que a esta altura no se sabe bien cual es la función de esa luz y de esos ángeles.
Habría que plantearse si su retirada en realidad no fue un paso adelante, por ahí a esos jóvenes les convenía buscarse otra fuente de luz que no sea tan endeble, alguna otra manera de ver mejor lo que estaban haciendo.
Hasta es posible que esa fuera la razón de la tristeza, puede que los ángeles, haciendo un “mea culpa” y teniendo en cuenta que son muy temperamentales, hayan sido demasiado duros con ellos mismos y llegado al punto de llorar por no lograr hacer bien la tarea de iluminar.
Podría ser también que la luz que poseen sea un gran orgullo para ellos, lo único que tienen, pero como esa luz demostró no funcionar bien, su orgullo quedó herido a tal punto de hacerles llorar.
Sólo hay que imaginarse lo que harán esos jóvenes que no son más iluminados, después de quedar en la sombra. Corren peligro incluso de llegar al extremo de ¡ponerse a bailar! Menos mal que, de ocurrir eso, los ángeles ya no estarán allí, sino son capaces de pegarse un tiro en la cabeza.


Comportamiento anti bíblico


¿Por qué la biblia dice que Cristo golpea la puerta a fin de que le abramos si después de eso, los ángeles puros se comportan tan extrañamente? ¿Actúan así por mandato de Cristo?


“He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él conmigo.”  (Apocalipsis 3:20)


¿En qué parte de la biblia, Elena de White vio que Cristo ya no estaba llamando a la puerta sino que estaba dando órdenes de retirada a sus ángeles? ¿No será que ocurre eso sólo en sus visiones?

La música rítmica, más aún si se trata de rock, ha sido largamente denunciada como satánica por muchas denominaciones religiosas. Al parecer, Satanás tiene a la música como una herramienta terriblemente poderosa. Tan peligrosa es que hasta los ángeles se retiran. Por eso hacen tantas denuncias públicas al respecto de su peligrosidad.
Sin embargo nadie denuncia la ineptitud, la cobardía o incluso la traición de esos ángeles y su retirada en el momento en el que más se necesita su luz. Es como si el vigilante de una puerta se fuera cada vez que aparece un intruso. ¿Para qué sirve?
Qué lástima que a nadie se le ocurrió preguntarle a la autora: ¿y qué pasaría si los ángeles se quedaran a pesar de la música? A los ángeles habría que preguntarles ¿no se les ocurrió quedarse?
¿A nadie se le ocurrió pensar que la alta peligrosidad de ese tipo de música se terminaría en el momento exacto en que los ángeles decidan quedarse en vez de huir?

Para Elena de White eso no habría ocurrido nunca, porque hay como una especie de fanatismo y devoción por el orden en su mentalidad. Cuando los ángeles están en la casa, hay luz; cuando se van, la obscuridad la envuelve, eso para ella es orden.
Cuando no se escucha música rítmica, están los ángeles, cuando comienza la música, se retiran. Eso para ella es poner orden.

Transgredir el orden pareciera ser una tarea muy difícil de llevar a cabo por la autora, tal vez hasta creía que no tenía permiso de hacerlo. Al parecer el desorden era su peor pesadilla.
El desorden comenzaría, por ejemplo, cuando están los ángeles en simultáneo con música rítmica.
Habría desorden si hubiera luz en la casa en ausencia de los ángeles. También habría desorden si la casa estuviera en obscuridad estando aun los ángeles.

Sin embargo, las enseñanzas de Cristo nos muestran que ese precisamente fue uno de los errores cometidos por los fariseos en la época de Jesús. Tenían ideas preconcebidas en sus doctrinas tan rígidas que cualquier variación en ellas producía un desorden insoportable que había que remediar de inmediato, sentían necesidad de expulsar la causa tan lejos como sea posible, se debía etiquetar el elemento en cuestión y ponerlo en algún lugar adecuado donde no moleste, es decir, poner orden otra vez.


“Entonces los vecinos, y los que antes le habían visto que era ciego, decían: ¿No es éste el que se sentaba y mendigaba? Unos decían: Él es; y otros: A él se parece. Él decía: Yo soy”. (Juan 9: 8, 9)


“Entonces algunos de los fariseos decían: Ese hombre no procede de Dios, porque no guarda el día de reposo. Otros decían: ¿Cómo puede un hombre pecador hacer estas señales? Y había disensión entre ellos.
Entonces volvieron a decirle al ciego: ¿Qué dices tú del que te abrió los ojos? Y él dijo: Que es profeta”.
 (Juan: 9: 16, 17)


“Y le injuriaron, y dijeron: Tú eres su discípulo; pero nosotros, discípulos de Moisés somos. Nosotros sabemos que Dios ha hablado a Moisés; pero respecto a ése, no sabemos de dónde sea. Respondió el hombre, y les dijo: Pues esto es lo maravilloso, que vosotros no sepáis de dónde sea, y a mí me abrió los ojos”. (Juan: 9: 28, 29)


“Respondieron y le dijeron: Tú naciste del todo en pecado, ¿y nos enseñas a nosotros? Y le expulsaron”. (Juan: 9 34)


Los fariseos dicen: “Nosotros sabemos que Dios ha hablado a Moisés; pero respecto a ése, no sabemos de dónde sea” manifestando así su devoción por el orden.

El hombre que fue curado dice: “esto es lo maravilloso” señalando que la maravilla consiste en lo desordenada y extraordinaria de la situación.

Los fariseos dicen: “Tú naciste del todo en pecado, ¿y nos enseñas a nosotros?” volviendo a poner orden a la situación. Eso es ser devoto del orden, no de Cristo.


El hijo pródigo


El regreso a la casa es como una especie de analogía, frecuentemente utilizado por la filosofía de todos los tiempos y simboliza: encontrarse con uno mismo.
En la parábola del hijo pródigo, seguramente el regreso a la casa significa entrar al reino de Dios.
Los ángeles de Elena de White se retiran por una razón muy básica, porque tienen a donde ir. ¿A dónde van? ¿Tienen un hogar donde volver? ¿El cielo es ese lugar? ¿Dónde queda su refugio?
Seguramente tienen un hogar o algún sitio donde se pueden refugiar, para llorar o aunque sea mantenerse alejados de la escena que les causa tanta perturbación. Muy distinta es la enseñanza de Cristo al respecto:


“Y Jesús le dijo: Las zorras tienen madrigueras y las aves del cielo nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza.” (Mateo 8:20)


Podría ser que alguno de los jóvenes de la casa haya estado pródigo, es decir que estaba pasando por un proceso en el cual tardaría un tiempo en volver a la casa del padre, al reino de Dios. ¿Era oportuno entonces que los ángeles lo abandonen? ¿Si Dios lo recibirá a su regreso, por qué los ángeles son tan poco indulgentes, tan crueles? ¿Con que cara le mirarán, el día que se encuentren con él en el cielo? Le abandonaron cuando más los necesitaba, ¿le pedirán perdón o se justificarán alegando que no soportaban la música rítmica?

Tal vez uno de esos jóvenes que estaban escuchando música no tenía amor en su casa, o no tenía un lugar a donde ir a refugiarse, a diferencia de los ángeles.
Hay personas que tienen una casa, una familia y aun así no tienen un hogar, no tienen un lugar en donde serán bien recibidos, ni siquiera un lugar para ir a llorar.
Esa no solamente es una situación triste, es más que eso, es una circunstancia extremadamente dañina, especialmente para los niños o jóvenes. Obviamente, esos ángeles tampoco sabían lo que era el amor, pero, a diferencia de esos jóvenes, ellos sí tenían a donde ir.

Es evidente que la autora de estos escritos, ignoraba la gravedad de la situación emocional y mental de los jóvenes que no tienen hogar. Los que publican y los que creen en este tipo de doctrinas, también pareciera que ignoran lo mismo. Todos tienen derecho a recibir la debida protección cuando se tiene necesidad, nadie merece ser abandonado.


Mensajes para los jóvenes


A todos aquellos jóvenes que han sido víctimas de enseñanzas como esas, victimas en el sentido que pudieron haber leído el párrafo y creído en él, pudieron hasta haber sentido miedo al abandono del cielo; también culpa de haber escuchado música rítmica, habría que darles un verdadero mensaje, puesto que todo lo que dice ese párrafo es mentira:

Los ángeles verdaderos jamás retraen su luz.

La luz que envuelve a las personas no depende de los ángeles, proviene de su propio ser, es un regalo de Dios, quien está en todos.


“Vosotros sois la luz del mundo. Una ciudad situada sobre un monte no se puede ocultar”  (Mateo 5:14)


Los ángeles no se apartan de la casa de los que temen a Dios. Cabe señalar que los ángeles, nunca jamás actúan por iniciativa propia.


“Pues El dará órdenes a sus ángeles acerca de ti, para que te guarden en todos tus caminos.” (Salmos 91:11)


No habrá un castigo inmediato por cada transgresión. Tampoco uno futuro, no para una persona que acepta a Cristo.

 “Hay cristianos allí reunidos…”

Escuchar música rítmica no es una transgresión a las leyes de Dios, sólo es un invento más de Elena de White.

La autora nunca “vio repetirse eso” en ningún otro lado más que en sus propios delirios.

Cristo, jamás abandonará a nadie. Tampoco mandará a sus ángeles que lo hagan.


“enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado; y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.” (Mateo 28:20)


A todos los que en algún momento han escuchado música rítmica, han puesto triste a los ángeles haciéndolos llorar, díganles:


“Dichosos los que están tristes porque recibirán consolación”  (Mateo. 5:4)


A los jóvenes que han sido abandonados o rechazados por gente que se dice cristiana y no lo es, no les tengan rencor, sean tolerantes. La ignorancia de ellos podría algún día terminar y su error enmendarse. No copien del ejemplo de esos ángeles del texto que castigan a los demás a cada transgresión. No abandonen ni desprecien a la gente engañada, sepan que Dios les da permiso de usar el amor que Él les ha dado a ustedes para que lo compartan también con sus enemigos.


“Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y toda malicia. Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo”. (Efesios 4:31, 32)