Los siguientes párrafos pertenecen al libro: El gran conflicto,
escrito por Elena de White, fundadora de la iglesia adventista del séptimo día.
El libro relata extensamente lo acontecido durante destrucción de
Jerusalén. Como puede verse en el siguiente párrafo, la autora también va
sacando conclusiones basándose en esos hechos, lo cual según se avanza en la
lectura va convirtiendo a Satanás en un justiciero.
“Los padecimientos de
los judíos son muchas veces representados como castigo que cayó sobre ellos por
decreto del Altísimo. Así es como el gran engañador procura ocultar su propia
obra. Por la tenacidad con que rechazaron el amor y la misericordia de Dios,
los judíos le hicieron retirar su protección, y Satanás pudo regirlos como
quiso”. (pág.39)
La autora asegura que la destrucción de Jerusalén no fue un castigo de
Dios. Pero según el siguiente párrafo, la destrucción da testimonio del
proceder de Dios:
“Nunca se dio un
testimonio más decisivo de cuánto aborrece Dios el pecado y de cuán inevitable
es el castigo que sobre sí atraen los culpables”. (pág. 40)
El párrafo habla de un testimonio, eso quiere decir que
lo sucedido con Israel aporta evidencias del proceder de Dios, cuando antes se
dijo que los padecimientos fueron resultado de la obra de Satanás. También habla
de “culpables”, cuando antes había dicho que no habían sido castigados.
Al parecer, las obras de Satanás no sólo dan
testimonio de la voluntad de Dios, sino que obedecen a su voluntad.
El párrafo destaca la grandeza esos acontecimientos diciendo:
“nunca se dio un testimonio más decisivo”.
Sin embargo, esa grandeza también dependía de Satanás y su ensañamiento. En otras palabras, nunca hubo un testimonio más grande acerca de la justicia
de Dios, que el realizado por Satanás.
La autora confirma la idea de un Satanás justiciero cuando asegura que la
destrucción de los malvados es un acto de justicia de Dios. Esas dos ideas,
aquí puestas juntas, muestran a lo que nos llevan las conclusiones de la
autora:
“Las horrorosas crueldades
perpetradas durante la destrucción de Jerusalén demuestran el poder con que se
ensaña Satanás sobre aquellos que ceden a su influencia”.
(pág.39)
“para que todos puedan ver la
justicia y la misericordia de Dios en la completa destrucción de aquéllos”.
(pág. 52)
La autora refuerza aún más la idea de justica asegurando que esos
acontecimientos son un castigo a los culpables:
“Los judíos habían forjado sus
propias cadenas; habían colmado la copa de la venganza”. (pág.
39)
“cuán inevitable es
el castigo que sobre sí atraen los culpables”.
Por increíble que parezca, la autora dice “castigo” y dice
“culpables”. Luego, sin que le tiemble mucho el pulso, dice que Dios no
castiga. No caben más dudas que Satanás es quien hace justicia.
Satanás se encarga de destruir a los que Dios aborrece, está
a su servicio. ¿No era que no había verdad en él? ¿No era un engañador?
pareciera que no, hasta parece predecible y justo.
De pronto Satanás ya no es un engañador, es un esbirro de
Dios. Hace lo que se espera de él y pone en la tierra un poco de orden.
Retírese todo cargo de destructor de personas y pueblos,
culparle sería igual que culpar a un verdugo de asesinato. Los destruidos son
los únicos culpables.
¿Así se conoce la justicia de Dios, gracias a ese testimonio?
Pareciera que Cristo, sus enseñanzas y su muerte en la cruz no significan
nada a la hora de entender la justicia de Dios. Para Elena de White, la
justicia de Dios no quedó demostrada con la muerte de Cristo, sino que vino a
verse después, cuando Jerusalén fue totalmente destruido.
Ante la presencia de un Satanás tan predecible, el
interrogante que aparece es: ¿Qué pasaría si Satanás no hiciera esa tarea?
¿Igualmente los malvados se destruirán a sí mismos victimas de su propia
iniquidad?
“Dios no asume nunca el
papel de verdugo”
Qué lástima que Satanás destruye a los malvados justo en el
momento del abandono. Nos quedamos sin saber que haría Dios con esa copa
colmada de venganza si Satanás no hiciera lo suyo. Ahora nunca sabremos cómo se
comportaría Dios después de que alguien traspase los límites de su paciencia.
¿Se quedará así para siempre o se irá calmando a medida que
pase el tiempo?
“Satanás pudo regirlos
como quiso”
Qué falta de astucia la de Satanás, si pudo regirlos como
quiso, entonces lo que hiso dependía de su voluntad, es decir, pudo no hacerlo.
Sin embargo procedió igual y destruyó a los malvados. ¿No habría sido más
astuto de su parte no destruirlos? Su causa avanzaría más rápido y tendría
muchos más adeptos. Habría muchos más malvados en el mundo y para colmo sin
esperanzas ya que Dios los había abandonado.
En vez de destruir a los judíos y culparle a Dios de verdugo,
podría haberlos dejarlos vivir para después acusarle a Dios de que el pueblo
que Él fundó es malvado. Dios quedaría como inepto, lo cual es peor que
verdugo.
¿No sería bueno para su causa no destruir a los judíos para
que Dios siga impacientado? Un Dios impacientado ya no puede derramar tanto
amor hacia la humanidad. Hasta incluso es probable que quede frustrado y
ansioso.
El siguiente párrafo habla de la destrucción de Israel, pero como está
dicho en presente, trasforma los acontecimientos en sentencias que predicen el
futuro.
“Dios permite que los malvados
prosperen y manifiesten su enemistad contra él, para que cuando hayan llenado
la medida de su iniquidad, todos puedan ver la justicia y la misericordia de
Dios en la completa destrucción de aquéllos”. (pág. 52)
Es llamativa la falta de astucia de Satanás, no solamente destruye lo que
Dios aborrece, sino que gracias a esa acción logra que los cristianos se hagan
muy fieles a Dios, por temor a esa destrucción, claro, después de semejante
testimonio, no querrán que les pase lo mismo.
Para colmo Satanás acusa a Dios de verdugo, que tonto, tranquilamente se
podría proclamar él como el verdadero proveedor de justicia y orden, aunque
esto último tal vez no lo puede hacer, es que la biblia dice que Satanás miente
siempre.
En referencia a la astucia de Satanás, la autora dice lo
siguiente:
“Él (Satanás) es demasiado astuto para
presentarse abierta y osadamente con sus tentaciones, pues se despertarían
entonces las adormecidas energías del cristiano, y confiaría en el fuerte y
poderoso Libertador. Pero Satanás se presenta inadvertidamente y trabaja
disfrazado a través de los hijos de la desobediencia que hacen profesión de
piedad”. (Mensajes para los jóvenes Pág. 50)
Se nota que cuando Satanás
destruyó a los judíos y a Jerusalén estaba haciendo una excepción a esa regla. Por haber actuado así, ahora los
adventistas tienen un poderoso testimonio de cuanto aborrece Dios al pecado. De hecho
ha logrado exactamente eso que la autora dice que, por astucia, no quiere
lograr, les hace despertar a los adventistas las adormecidas energías del
cristiano, y por es eso que confían en el fuerte y poderoso Libertador.
Es tan poca la astucia de
Satanás, que no solamente destruyó a quienes estaban de su lado, sino que por
esa acción sumó gente a la causa de Dios.
Oportuno es recordar un párrafo, escrito por la misma autora,
que habla de cómo se hiso Dios para sumar gente para su causa.
“Si Satanás hubiera sido inmediatamente destruido, los ángeles y seres de
otros mundos habrían servido a Dios por temor antes que por amor”. (La
gran esperanza, Página 11)
Al parecer, la falta de astucia ahora es de Dios, por no
querer que le teman y por no querer que le llamen verdugo, se rodea de gente
que le teme a Satanás, a su poder y a su ensañamiento. Eso es peor, porque no
solamente Dios se queda igual con la gente que no le ama, sino que además le
tiene miedo a Satanás.
En conclusión, los cobardes que ni siquiera aman a Dios,
serán salvos. Al igual que los ángeles esos, que ante las dos opciones, amar o
temer, impera en ellos el temor.
La autora no dice nada de los romanos cuando relata la
destrucción, ellos destruyeron a Jerusalén, engañados por Satanás, seguramente
pensaron que estaban haciendo lo correcto. ¿Por qué Satanás no destruyó a los
romanos, o a los griegos o a los pobladores de pueblos paganos? Tal vez porque
si los hubiera destruido, estos no hubieran destruido a Israel, pareciera que
de repente le volvió la astucia.
Refiriéndose al trato que Dios otorgó a los judíos, la autora
declara lo siguiente:
“La parábola de la higuera estéril representa el trato bondadoso de Dios
con la nación judía. Ya había sido dada la orden: "Córtala, ¿por qué
ocupará aún la tierra?" (S. Lucas 13: 7), pero la divina misericordia la
preservó por algún tiempo” (pág. 31)
¿Por qué nunca se dio la orden de destruir a los romanos
alegando que no hay motivos para que ocupen la tierra? Debería haberlo hecho,
más aun teniendo en cuenta que los romanos serían responsables de fundar, según
la autora, el satánico poder papal.
“La doctrina de la
supremacía papal se opone abiertamente a las enseñanzas de las Santas
Escrituras. Sólo por usurpación puede el papa ejercer autoridad sobre la
iglesia de Cristo”.
(pág. 55)
Alguien tendría que haberle explicado a Elena de White que ni
el papa ni ella ni nadie pueden, por usurpación, ejercer autoridad sobre la
iglesia de Cristo. En cambio sí pueden ejercer autoridad en una falsa iglesia
de Cristo, lo cual ni siquiera es monopolio del papa.
A pesar del desastre que ocasionaría todo eso, Dios no les
quitó la protección a los romanos. ¿Por qué?
Elena de White no explica nada de eso, pero asumimos que los
romanos no le dieron motivos para que Satanás los destruyera, ellos no habían
estado del lado de Dios, esa sería la razón. Eso quiere decir que una vez que
alguien se pone del lado de Dios no debe volverse atrás, porque Satanás se
cobrará venganza contra él.
Este es el punto donde se evidencia el propósito principal de
toda esta enseñanza, se está haciendo una advertencia a los cristianos. Satanás
es peligroso y hay que temerle. Con eso se consigue atemorizar a los creyentes,
quienes harán lo que sea para que no los atrape.
Los cristianos que crean en esta enseñanza, creerán estar de
parte de Dios, cuando en realidad estarán eludiendo la venganza satánica que
suele ser terrible. Esto es como una especie de mafia, una vez que se entra en
ella, uno queda protegido, pero no se puede salir más porque de hacerlo, será
castigado por los enemigos. Esa situación es más que suficiente para que la
lealtad de los miembros de esa mafia sea total.
Es evidente que todo eso no fue falta de astucia de Satanás como
parecía al principio, sino que es parte de un plan bien elaborado por él para
engañar a los cristianos y hacer que le tengan miedo. Ese testimonio del que
habla la autora, no es acerca del accionar de Dios, sino de Satanás.
Es un buen plan, porque los temerosos no pertenecen al reino
de Dios. Un cristiano que tenga miedo a Satanás o al infierno, debe saber que
no está de lado de Dios verdadero.
Antes parecía que todo fue falta de astucia de Satanás, pero
lamentablemente, todo indica que no es así. El engaño es su forma de actuar y
lo hace por medio de Elena de White y sus enseñanzas. Destruir a los judíos no
fue falta de astucia, la autora acusa a Satanás de haberlo hecho, logrando así aterrorizar
a los adventistas.
Antes parecía que Satanás había logrado que los adventistas,
por terror, confíen en el poderoso libertador, cuando en realidad ha logrado
reclutar a los miedosos para que se sumen a la causa de los que huyen de él.
Llenar las iglesias de gente que le teme a Satanás y su
destrucción, o a Dios y su abandono es el objetivo principal de todo el
mensaje.
Varios son los logros de toda esta enseñanza, por ejemplo,
hacer creer en un Dios que abandona, creer que el abandono no es un castigo,
temer al poder destructivo de Satanás, creer que juzgar y hallar culpables a
los demás está permitido, juzgar a Dios, creer que los castigados son
culpables, etc.
Otra vez, como en todos sus escritos, la autora demuestra ser una devota
del orden. Todos los devotos del orden sueñan con un superhéroe como Superman,
que baje del cielo, que haga justicia y ponga orden en la ciudad destruyendo a
los malvados ante la vista de todos.
Todas las historias de superhéroes tienen siempre la misma forma, la maldad
crece y los malvados también crecen en poder hasta que, en el momento justo,
baja del cielo un justiciero y hace justicia destruyéndolos. Restableciendo así
el orden tan querido por sus adeptos.
“Pronto llega el día de la
venganza del Señor, cuando todos los que hayan transgredido su ley y oprimido a
su pueblo recibirán la justa recompensa de sus actos; cuando todo acto de
crueldad o de injusticia contra los fieles de Dios será castigado como si
hubiera sido hecho contra Cristo mismo”. (Pág. 52)
A la autora bien le habría venido leer Mateo 25, allí dice otras cosas
acerca de quienes recibirán justa recompensa por sus actos, también dice cuales
serán esos actos.
Los creyentes de Elena de White, seguros de estar haciendo
algo que Dios aprueba, utilizan esa falsa imagen de un Satanás justiciero y
también una falsa imagen de Dios que abandona, para disciplinar a quien se
atreva a tratar de modificar o denunciar como errónea la doctrina engañosa de
su iglesia
Cada vez que aparece un indeseable en su congragación, luego
de intentar persuadirle que desista, sencillamente lo abandonarán a su propia
suerte para luego decir que no le han castigado. Lo creen así de corazón, ya
que no consideran que el abandono sea un castigo.
Los miembros de la iglesia de la autora no saben que están
exactamente en el lugar que Satanás quiere que estén. En vez de temer de Dios, le
temen al abandono, porque eso conlleva a enfrentarse con Satanás, al cual no
sólo le temen, sino que le tienen terror y puede que ni siquiera se hayan dado
cuenta, eso es porque desde chicos o muy jóvenes se les enseña a tenerle miedo.
Todo eso explica lo dicho por la autora en aquel párrafo, escrito
en presente para presagiar un futuro, o incluso para amenazar:
“Las horrorosas crueldades
perpetradas durante la destrucción de Jerusalén demuestran el poder con que se
ensaña Satanás sobre aquellos que ceden a su influencia”.
(pág.39)
Los siguientes son algunos ejemplos más de como la autora ha
ido enseñando a los jóvenes miembros de su iglesia a tenerle miedo a Satanás.
Cabe aclarar que todo lo dicho en esos párrafos y también en
los anteriores, son todas mentiras, principalmente aquella parte:
“la destrucción de Jerusalén demuestran el poder con que se ensaña Satanás
sobre aquellos que ceden a su influencia”
Satanás no destruye a quienes
ceden a su influencia, de hecho no puede hacerlo, en cambio les convence a los
que huyen de él, de que son cristianos verdaderos, eso sí lo puede hacer y lo
hace bien.
(Satanás) “Ensayará
todo ardid, y si los que son objeto de estas tentaciones no buscan a Dios,
serán cegados para no ver sus engaños, y se sentirán confiados en sí mismos,
autosuficientes, ignorando su condición y su peligro”. (Mensajes para los jóvenes, pág. 85)
Los que se
sienten confiados en sí mismos, autosuficientes, ignorando su condición, son
los que han encontrado a un Dios falso, no sólo los que no buscan a Dios como
dice la autora.
“Si Satanás lanzara un
ataque abierto y atrevido al cristianismo, llevaría al cristiano afligido y
agonizante a los pies de su Redentor, y el poderoso y fuerte Libertador haría
huir atemorizado al osado adversario”. (Mensajes para los jóvenes, pág. 55)
Satanás ya ha lanzado un ataque abierto y atrevido al
cristianismo, pero no ha llevado al cristiano afligido y agonizante a los pies
de su Redentor, como asegura la autora, lo ha llevado a los pies de un Cristo
falso. Eso es porque quien realizó ese ataque fue un Satanás también falso, que
los falsos profetas hicieron creer a sus seguidores que era verdadero.
“En todo momento siguen
los ángeles malos nuestros pasos”. (Mensajes para los jóvenes, pág. 59)
En todo momento siguen los ángeles malos los pasos de los
falsos cristianos. De los verdaderos, huye.
“Cuando los jóvenes
intentan romper con el dominio de Satanás, él redoblará sus tentaciones.
Sacando ventaja de la ignorancia y la inexperiencia de ellos, intenta oscurecer
la distinción entre el bien y el mal”. (Mensajes para los jóvenes, pág. 80)
Satanás no saca ventaja de la ignorancia y la inexperiencia
de los jóvenes, sino que hace exactamente lo opuesto. Saca ventaja de la
experiencia y conocimientos.
“Aquellos que han
tentado al demonio a que los tiente, tendrán que hacer esfuerzos desesperados
para libertarse de su poder. Cuando empiecen a trabajar a favor de sí mismos,
acudirán a rescatarlos los ángeles de Dios, a quienes han entristecido”. (Mensajes para los jóvenes, pág. 58)
Aquellos que han tentado al demonio a que los tiente, sepan
que Satanás fue quien los ha tentado a hacerlo en primer lugar, aprovechándose
de que seguramente estaban solos, ya que esos ángeles andaban taciturnos quien
sabe dónde. Y si no estaban solos, peor aún, porque quiere decir que esos
ángeles no sirven.
“No nos sentiríamos tan
seguros si pudieran abrirse nuestros ojos para discernir a los ángeles caídos
cuando trabajan con aquellos que viven descansadamente y se consideran seguros”. (Mensajes para los jóvenes, pág. 58)
Si pudieran abrirse nuestros ojos para discernir a los ángeles caídos
cuando trabajan con aquellos que viven predicando activamente al servicio de
Satanás, no nos sentiríamos tan seguros de confiar en cualquier predicador que
dice venir de Dios.
“Se separan de Dios y
de los cuidados vigilantes de los ángeles de Dios, y Satanás, que siempre está
al acecho para destruir las almas empieza a presentarles sus engaños y los pone
en serio peligro”. (Mensajes
para los jóvenes, pag.57, 58)
Se separan de Dios y de los cuidados vigilantes de los
ángeles de Dios, y Satanás, que siempre está al acecho para destruir las almas,
los deja tranquilos, pues ya ha logrado su cometido.