domingo, 8 de septiembre de 2024

Si Cristo estuviera en mi lugar. Enseñanzas de Elena de White

Los siguientes son párrafos escritos por Elena de White, profeta de la iglesia adventista del séptimo día.

Según la autora, preguntarse siempre qué haría Cristo si estuviera en nuestro lugar, ha de ser nuestro deber. 

 

 

1 Debemos estudiar su carácter

 

Si hemos de llegar a ser como Cristo, debemos estudiar su carácter... Es necesario que nos examinemos cuidadosamente a nosotros mismos y nos preguntemos: "¿Es éste el camino por el cual Cristo andaría? ¿Seguiría Cristo este curso de acción?” (Alza tus ojos, pág. 63)

 

El párrafo propone un supuesto, en este caso en forma de pregunta: ¿andaría Cristo por este camino?

Otras iglesias también usan ese mismo supuesto como una forma de meditación, lo usan para manifestar ideas o para evidenciar errores de concepto que alguien pueda tener acerca de la doctrina. O incluso para examinarse a ellos mismos como dice el párrafo.

Pero la autora no propone que se haga como estudio, sino que lo presenta como deber del cristiano. “Es necesario”, dice. Sin embargo, para hacerse un planteo como ese, primero hay que creer que Cristo está en otra parte. Es decir que si se hace siempre, Cristo estará siempre en otra parte.

Los que le crean a la autora, seguramente deseosos de agradar a Dios y de la presencia de Cristo, así lo harán.

 

2 A cada paso

 

(La biblia) “Es una revelación completa de los atributos y de la voluntad de Dios en la persona de Jesucristo, y en ella se especifica la obligación del instrumento humano de rendir a Dios un servicio de todo corazón, y de preguntarse a cada paso: "¿Es éste el camino del Señor?". . .(Alza tus ojos, pág. 185)

 

en ella se especifica”

 

Debería haber aprovechado que estaba especificando, para decir dónde, porque el párrafo es muy claro: el ser humano tiene la obligación de hacerse esa pregunta.

El interrogante es, ¿la respuesta vendrá de Dios, de Cristo, o cada uno tiene que contestarse? Si tiene que contestarse solo, es porque sabe la respuesta, podría actuar directamente según esas ideas, o podría ir por ese camino en vez de estar poniéndolo en duda.

Porque así, en vez de cumplir con la “obligación” de servir a Dios “de todo corazón”, pareciera que solo lo está deseando. Ni siquiera está seguro que lo esté haciendo, a no ser que se pregunte cosas conociendo la respuesta con certeza.

Si deseara servir a Dios de todo corazón, no necesitaría tantas preguntas recordatorias.

Hay un planteo sencillo ¿qué pasa si la respuesta fuera: no? Porque si no está en el camino del Señor, está engañado o bajo la influencia de Satanás, por eso se contestará que sí, está en el buen camino. ¿Cómo evitan caer en esa trampa?

A no ser que la autora creyera que Satanás le puede llevar por mal camino, pero no puede hacerle creer que está en el bueno.

Suponiendo que alguien sabe que es Cristo quien le ha contestado y le ha respondido que no estaba en el buen camino. ¿También le dirá dónde está ese camino, o cómo volver?

Porque si eso lo tendrá que averiguar solo, entonces por simple deducción también podrá saber si está o no, sin tener que preguntárselo.

 

3 Si estuviera en mi lugar

 

¿Qué haría Cristo si estuviera en mi lugar?, ha de ser la medida de nuestro deber”. (Alza tus ojos, pág. 256)

 

Para hacerse esa pregunta, por contener un “si” condicional, primero tendrá que creer que no está.

Entonces, al que se hace esa pregunta: ¿qué haría si estuviera? habría que hacerle otra: ¿qué, no está? Si la respuesta es la más obvia: no. Entonces no cree en la comunión con Dios a través de Cristo. Si no cree, no está.

Tal vez, la autora creía que la pregunta era necesaria para que Dios lo tome como una especie de petición de sabiduría, o disposición para recibirla. Como si fuera una oración de súplica, primero se pide, después se recibe. Luego habría que actuar en consecuencia.

De ser así, tendría que ser todo muy rápido, no como cualquier oración. No porque haya que hacerlo “a cada paso”, como dice la autora, que seguramente fue solo una expresión, sino porque hay situaciones en las que, literalmente no sabrá qué hacer y que requieren esa velocidad y efectividad.

Por ejemplo, ante una emergencia, o cuando hay que actuar o decir la palabra justa ante una situación repentina o inesperada. Qué haría Cristo en ese momento, es lo último que va a plantearse.

En el caso que no fuera una emergencia, todavía habrá que lidiar con la respuesta, porque no siempre será la que espera, seguramente. O al revés, cuando sabe perfectamente lo que hay que hacer y cómo hacerlo.

O incluso cuando está en una situación en la que Cristo no estaría nunca. Por ejemplo, el caso de un predicador de una iglesia muy conservadora que contó como real y como testimonio personal, el hijo se tatuó el cuerpo, se puso unos piercings y pidió asistir al culto.

O en el ámbito laboral donde habrá que hacer mil artificios para mantener el puesto y mucho más para ascender. O incluso durante una entrevista de trabajo. Saber qué haría Cristo, no le servirá de mucho.

O en el caso que algún predicador de su propia iglesia haya dicho algo inapropiado o incluso poco claro. O si descubriera que no está de acuerdo con partes de la doctrina que le enseñan.

Suponiendo que esa enseñanza la adopta alguno de otra congregación, de una doctrina distinta a la de la autora. Lo cual, por cierto, algunas lo hacen. La respuesta a esa pregunta, ¿vendrá del Dios verdadero?

Nadie que se haga esa pregunta recibirá como respuesta: -sálganse de esa iglesia porque es falsa-. Eso es al menos un indicio de que cuando no se tiene a Cristo, la respuesta será equivocada. Es decir, en ese caso el ejercicio no sirve.

Entonces, para saber si se está en el buen camino, primero hay que asegurarse de tener a Cristo, lo cual convierte a todo esto en un despropósito.

Antes supusimos que tendríamos que lidiar con la respuesta, porque no siempre sería la que esperábamos, pues eso no va a pasar. La respuesta vendrá de sus propias fantasías, ilusiones o deseos. En otras palabras, encontrará siempre la respuesta que quiere recibir.

 

4 Una presencia permanente

 

Cuando sus palabras de instrucción han sido recibidas, y han tomado posesión de nosotros, Jesús es para nosotros una presencia permanente que gobierna nuestros pensamientos, ideas y acciones”. (Mensajes para los jóvenes, pág. 158)

 

La pregunta ahora es ¿lo hacen así, o solo lo dicen? Porque eso no es compatible con el ejercicio de preguntarse qué haría Cristo en su lugar.

Tal vez esa presencia permanente se logra con el tiempo. Entonces, supongamos que Cristo aun no gobierne esos pensamientos, pero lo hará algún día, tal vez cuando las palabras de instrucción han tomado posesión de nosotros.

Eso quiere decir que hasta que eso se logre, se estará contestando él mismo. Así no lo va a lograr nunca, o peor, podría creer falsamente que sí. Pero suponiendo que sí lo logre, que ya es Cristo quien estará guiando sus pensamientos ideas y acciones, entonces ya no tendrá que preguntarse nada.

En resumen, al principio se contesta solo, después ya no contesta nadie. O tal vez al revés, al principio no contesta nadie, pero después ya no se lo pregunta.

La pregunta inicial era ¿lo hacen o solo lo dicen? Todo indica que no lo hacen, solo lo dicen.

 

5 Palabras cortantes

 

El verdadero cristiano busca constantemente la gracia que cambia los rasgos objetables del carácter natural. En vez de hablar palabras cortantes y dictatoriales, habla las palabras de ánimo que Cristo hablaría si estuviera en su lugar. (Alza tus ojos, pág. 73)

 

En este párrafo ya no se pregunta nada, directamente actúa como si estuviera. ¿Estaremos avanzando por fin?

No, porque ese “si” condicional, otra vez está negando la presencia de Cristo en ese lugar. La única forma de poner en práctica esa enseñanza es no creyendo realmente en la presencia de Cristo.

Lo que la autora no explicó, es por qué Cristo hablaba con tantas palabras cortantes y dictatoriales que no daban mucho ánimo: Hipócritas, raza de víboras, hijos del diablo, sepulcros blanqueados, muertos, no entienden, no escuchan, no ven, no saben lo que hacen, etc.

Tal vez lo hacía porque que no estaba en nuestro lugar, estaba entre los fariseos.

 

6 Guiando a otros

 

Con solicitud intensa debiéramos preguntar: ¿Estoy andando en la luz? ¿Estoy, de acuerdo con la gran luz que he recibido, guiando a otros por el buen camino, o estoy haciendo senderos tan torcidos que el cojo será desviado del camino?...” (Mensajes para los jóvenes, pág. 29)

 

Ahora vemos que hay quienes no se pueden preguntar nada, los cojos no están calificados para hacerlo. Eso significa que, antes de hacerse la pregunta tendrá que averiguar si está calificado, no sea que no esté, pero se lo pregunte igual. Se contestará que sí, está de acuerdo con esa luz.

Qué lástima que se olvidó de explicar cómo se hace para saber, porque depende de cada uno, los otros es podrán ayudarle, ni siquiera podrán llevarle a encontrar la luz.

 

Nadie puede obligarlos a ingerir la Palabra de vida eterna a fin de que realicen una obra cabal de arrepentimiento para que puedan tener una experiencia cristiana genuina”. (Alza tus ojos, pág. 33)

 

Si no tuviera esa experiencia genuina, de seguro no están conscientes de su condición, pero los otros ni siquiera podrá advertirle de la situación.

Si estuvieran conscientes, ya habrían hecho algo para solucionarlo, o incluso ya habrían dejado de asistir esa iglesia. Sin embargo, esos también se preguntarán si están en la luz y se contestaran que sí.

En otros casos, pudiera haber alguien que sí está calificado, pero se lo preguntó justo cuando no estaba andando en la luz, ese también se contestará que sí está. Eso es porque los que están en la obscuridad, no ven.

Todos esos ahora estarán mezclados en la misma congregación y nadie sabe quién es quién. No saben bien si están ellos en la luz, menos aún van a saber si están los otros.

Teniendo en cuenta eso, habría que plantearse si es posible que los maestros y dirigentes de la iglesia a la que asistimos son así, creen que andan derechos, pero no. Tal vez sí hay quienes están desviando el camino a los otros.

Es posible incluso que haya sido así ya desde la época de los pioneros de la iglesia. ¿Cómo hacemos para asegurarnos? Habiendo tantas iglesias falsas, no estaría mal asegurarse.

Entonces “¿estoy andando en la luz?”, podría ser algo bueno de hacerse, no sea cosa que estemos siguiendo ideas de gente que cree estar en la luz y no está.

Lo único que habría que modificar la otra pregunta. En vez de: -estoy, de acuerdo con la gran luz que he recibido-. Habría que preguntarse ¿Será luz lo que he recibido? O sólo estoy siguiendo los senderos que otros han presentado como verdaderos.

 

7 Como les parece

 

¡Ojalá los jóvenes escudriñen las Escrituras y hagan como les parece que Cristo hubiese hecho en circunstancias semejantes! (Mensajes para los jóvenes, pág. 20)

 

Con esto volvimos a foja cero, ahora hay que hacer lo que a uno le parece. Con esto prácticamente admite que la pregunta va a ser contestada por ellos mismos.

Suponiendo que alguien haga “como le parece”, que Cristo lo hubiese hecho. Tendrá dos opciones, si Cristo le guía, seguramente hará lo correcto. Si no le guía, hará como les parece que haría el Cristo falso en el que cree, como hacen todos los cristianos falsos. Es decir, quien realmente necesita, justo lo que “le parece” será lo equivocado.

Entonces ¿Qué pasa si lo que estaba haciendo, salió mal? Por ejemplo, ha dañado a otros. Entonces sabrá que el Cristo que pareció guiarle, era falso. ¿Seguirá haciendo el ejercicio, o buscará al Cristo verdadero?

Así como ha dañado a otros sin tener la intención de hacerlo, también estará probando si el Cristo en el que cree es falso o verdadero. No es posible hacer eso, porque no se puede creer en Cristo y al mismo tiempo no tenerle fe.

Entonces, si lo que estaba haciendo salió mal, no tendrá otra opción más que seguir haciendo el ejercicio y atribuirle los resultados a la voluntad de Dios. Así funcionará como una artimaña burocrática, para eludir la responsabilidad. Entonces, cada vez que algo salga mal por propia incompetencia, o por razones que no sabe, dirá: por algo las cosas salen así.

La autora dice lo siguiente acerca de los primeros cristianos:

 

Bueno sería para la iglesia y para el mundo que los principios que aquellas almas vigorosas sostuvieron revivieran hoy en los corazones de los profesos hijos de Dios”. (El conflicto de los siglos, pág. 50)

 

Pero también dice otras cosas acerca de esos mismos cristianos:

 

Satanás se alegró mucho de haber logrado engañar a tan crecido número de discípulos de Cristo; luego ejerció aún más su poder sobre ellos y los indujo a perseguir a los que permanecían fieles a Dios”. (El conflicto de los siglos, pág. 49)

 

El interrogante es, los miembros de esa admirable iglesia primitiva ¿se olvidaron de preguntarse si agradaría su conducta Cristo? Tal vez en esa época todavía no conocían ese método.

Otro cuestionamiento, suponiendo que alguien estuviera haciendo algo mal, pero está convencido de haber recibido la respuesta correcta, no habrá manera que alguien se lo haga saber, seguirá haciendo todo mal.

Pero suponiendo que no sea tan terco y admita que a veces se puede equivocar. Entonces también tendrá que admitir que Cristo se equivocará cada tanto, o que el ejercicio, de vez en cuando no sirve.

 

8 Cristo lo conducirá

 

La fe... se extiende para aferrarse de la mano de Cristo, sabiendo que Él puede sostener más firmemente de lo que es capaz la mano humana, y que nunca la soltará. Mientras el instrumento humano esté dispuesto a ser guiado, Cristo lo conducirá...” (Alza tus ojos, pág. 70)

 

La pregunta es la misma de antes ¿eso lo creen o solo lo dicen? Creen que Cristo es el guía, pero todo el tiempo ponen en duda el camino que transitan. En otros partes la autora dice lo siguiente:

 

No permita que los pequeños contratiempos la perturben. El Señor puede hacer que Ud. incurra en pequeños errores a fin de salvarla de cometer otros mayores.". . . (Alza tus ojos, pág. 131)

 

Lo que la autora no aclaró, es si esa persona hizo el ejercicio antes de cometer el error. Pero habrá que suponer que sí, que Cristo ha respondido deliberadamente mal, a los efectos de cometer errores estratégicos.

De ser así, qué pena que haya dicho: “pequeños errores”. Bueno sería tener el caso de a alguien que haya cometido errores en serio, o determinantes, para saber bien que se hace en esos casos.

Errores que hayan hecho un daño tal, que el Señor ya no podrá usarlos para prevenir otros mayores. O cuando no sean “pequeños contratiempos”, sino de esos que haya que trabajar mucho para reparar el daño. A no ser que la autora creyera que el que hace el ejercicio, nunca comete errores graves.

Esta es una circunstancia muy reiterada en las enseñanzas de la autora, justo cuando llegamos al momento en que por fin podemos sacar una conclusión o una buena enseñanza, no. No tuvo mejor idea que decir: “pequeños errores”.

 

9 Excluir la eternidad

 

No deberíamos excluir la eternidad de nuestra consideración, sino acostumbrarnos a preguntar continuamente: ¿Agradará esta conducta a Dios?” (Mensajes para los jóvenes, pág. 28)

 

En otras palabras, dice: o se preguntan continuamente eso que dice ahí, o no irán al cielo. Está bien sabido que la autora era un poco exagerada, pero esta vez ¿no se la habrá ido la mano? Porque eso es lo mismo que decir: o ponen en duda que Cristo los guía, o serán excluidos de la eternidad.

Otro interrogante: suponiendo que se encuentren dos que se lo preguntan, pero no están de acuerdo con la respuesta, uno dice sí, el otro, no. ¿Cómo harán para saber quién de los dos está agradándole a Dios? No lo sabrán hasta resolver el caso, es decir, el ejercicio no sirve en tareas en conjunto.

Suponiendo que alguien duda sea sobre una cuestión fundamental de la doctrina, la respuesta que nos demos tendrá que coincidir, nada menos que con la doctrina de la iglesia. En ese caso no sabrá si recibió la respuesta correcta hasta tener el caso resuelto. O sea, nunca.

Otro interrogante: ¿es válido preguntar qué haría Cristo si estuviera en otras circunstancias, o en otro lugar, o en lugar de otra persona? como para saber si la otra persona está obrando bien.

Por ejemplo, podría ser un predicador que dijo algo distinto a lo que creíamos, pero todavía no sabemos si tiene razón o no.

La autora no dice si es válido hacerlo, pero sí sabemos que es posible de hacerse. Primero habrá que preguntarse qué haría Cristo si estuviera en circunstancias semejantes a la nuestra, que en ese caso será: creerle al predicador, o no creerle.

Si la respuesta es: no hay que creerle, entonces Cristo no está en lugar de ese predicador.

También se puede poner en práctica lo dicho por el predicador y luego preguntarse si Cristo haría lo mismo en estas circunstancias. Si coincide, sabremos que lo que dijo era verdad. Ni siquiera hace falta ponerlo en práctica, podría solamente considerar hacerlo y luego preguntarse lo mismo. Si Cristo también lo está considerando, entonces el predicador es verdadero.

Eso quiere decir que hemos encontrado un método infalible para saber si un predicador es falso. Considerando la cantidad de predicadores falsos que existen, podemos deducir que ese método no está funcionando, o tal vez no se han dado cuenta que pueden hacerlo así.

La biblia dice que habrá muchos falsos que engañarán a muchos. ¿Será que no están haciendo el ejercicio? Esto parece confirmar que en la época en que la biblia fue escrita no conocían ese método. O tal vez el método no sirve.

 

10 La gran luz que he recibido

 

Con solicitud intensa debiéramos preguntar: ¿Estoy andando en la luz? ¿Estoy, de acuerdo con la gran luz que he recibido, guiando a otros por el buen camino?” (Mensaje para los jóvenes pág. 29)

 

Acá sí, definitivamente se le fue la mano. La situación es así: sabe que ha recibido luz, pero no sabe si la está viendo.

Es difícil imaginarse al ciego, al que Cristo le devolvió la vista, preguntándose, ¿estoy en la luz? La luz es igual en todas partes, ya sea literal, espiritual o metafórica. No se puede tener la certeza de haber recibido luz y al mismo tiempo no saber si está.

Lo que sí puede, es tener la certeza que la recibió, como hacen todos los que tienen una doctrina falsa. Si esos se lo preguntan, de seguro dirán que sí. Eso es porque los que están en la obscuridad, no saben cuál es la respuesta correcta.

Eso quiere decir que, los que realmente necesitan la respuesta, no la tendrán.

 

Todo el que viene a mí y oye mis palabras y las pone en práctica, os mostraré a quién es semejante: es semejante a un hombre que al edificar una casa, cavó hondo y echó cimiento sobre la roca; y cuando vino una inundación, el torrente dio con fuerza contra aquella casa, pero no pudo moverla porque había sido bien construida”. (S. Lucas 6: 47-48)

No hay comentarios:

Publicar un comentario