sábado, 7 de septiembre de 2024

Dulce fragancia. La influencia adventista.

Estos párrafos pertenecen al libro: El camino a Cristo, escrito por Elena G. de White, profeta y pionera de la iglesia adventista del séptimo día.

La autora enseña a su gente cómo deben comportarse cuando tienen dudas y los daños que pueden causar si las manifiestan.

 

1 Ninguna palabra de duda

 

Cuando Satanás os tiente, no salga de vosotros ninguna palabra de duda o tinieblas. Si elegís abrir la puerta a sus sugestiones, se llenará vuestra mente de desconfianza y rebelión. Si habláis de vuestros sentimientos, cada duda que expreséis no reaccionará solamente sobre vosotros, sino que será una semilla que germinará y dará fruto en la vida de otros, y tal vez sea imposible contrarrestar la influencia de vuestras palabras”. (pág. 106, 107)

 

-cuando Satanás os tiente, no manifieste dudas-

 

Hay una cuestión elemental en esa idea: ¿puede alguien tener dudas y al mismo tiempo saber que provienen de Satanás? Si sabe que es Satanás, no va a tener dudas.

El párrafo habla de “elegir” no abrir esa puerta, pero no explica qué significa. Al parecer está diciendo que no hay que creerle a Satanás, o mejor aún, hay que “elegir” no creerle.

Sin embargo, para eso primero tendrá que tener la certeza de cuál es la opción correcta, de ser así tampoco tendría dudas. Ya el hecho de tener que “elegir”, cuando se tienen dudas, es una contradicción en sí misma.

Pero suponiendo que no se expresó bien y que solo quiso decir que no exprese esas dudas. ¿Por qué habría de llenarse la mente de desconfianza? No puede tener dudas y al mismo tiempo la certeza que si las manifiesta, perderá la confianza.

Lo que para algunos sería literalmente imposible, no lo es para Elena de White, que puede tener dudas y al mismo tiempo certezas sobre un mismo asunto.

Entonces, el mensaje es: hay que evitar expresar las dudas para no perjudicar a los demás, porque está seguro que los otros deberían seguir creyendo en lo que él duda. Todo indica que estamos ante la gran hazaña de la humanidad misma: dudan de la doctrina, pero como la doctrina dice que no hay que dudar, deciden creer.

Pero no, no es ninguna hazaña, porque eso es lo que seguramente hacen todos los que tienen una doctrina falsa.

Si alguien estuviera dudando de algún fundamento de la doctrina, o del amor de Dios como en este caso, aun estando en la doctrina correcta, reprimir ese tipo de dudas le servirá solo para quedarse con ellas por creer que las ha superado.

Seguro creerá que los demás no tienen esas dudas, cuando en realidad puede que hayan hecho lo mismo.

 

Si elegís abrir la puerta a sus sugestiones, se llenará vuestra mente de desconfianza y rebelión”.

 

Si alguien, algún día se le ocurriera hacer el manual del cristiano, como guía o algo así, esa debería ser la lección número uno.

Si tan solo la humanidad hiciera eso, ya no habría más pecadores ni engañados, las iglesias ni siquiera harían falta. La pregunta es ¿por qué no lo hacen? O aún mejor ¿lo hacen? Una cosa es casi segura, creen que eso es lo que debe hacerse.

 

-Callar la duda y no hablar de los sentimientos-

 

Es llamativo el hecho de que Satanás no pueda con alguien que ha “decidido” no abrirle la puerta, pero el que está dudando sí puede perjudicar a otros. Debe ser por eso que los que profesan una doctrina errónea, no se desconvencen nunca de su creencia, porque no dejan que nadie les ponga en duda nada.

No escuchan al que manifiesta dudas, porque creen que eso puede más peligroso que el mismo Satanás. ¿No será que ese era el verdadero mensaje? Porque podría estar dirigido a los otros, para que no escuchen al que manifiesta dudas porque es peligroso. De ser así, por lo menos tiene más sentido.

Otra cosa llamativa es que la autora siempre aconsejaba contestar todo con un “escrito está”, por creer que Cristo así lo hizo. Pero Cristo no lo hizo contra todo el mundo, ni lo hizo siempre.

Sin embargo, cuando por fin pueden hacerlo contra Satanás: no. Ahí no hay que decir nada.

 

2 Dulce fragancia

 

Más puede ser que otros que hayan sido dominados por vuestra influencia, no puedan escapar de la incredulidad que hayáis insinuado. ¡Cuánto importa que hablemos solamente las cosas que den fuerza espiritual y vida!” (pág. 107)

 

Entonces, ahora también tiene incredulidad, pero tienen la certeza que proviene de Satanás. Esto es sencillo, no se puede.

Ni bien termina de decir todo eso, presenta otra situación absurda, para un cristiano al menos. A los que tienen dudas, la autora les aconseja hablar de cosas que den fuerza a los demás.

Es decir, tienen que lograr que los demás crean con fuerza, algo que ellos mismos no creen con certeza. Si hasta dan ganas de hacer una pausa para hacer un pedido a Dios: que nos libere de esa gente y de esas situaciones.

Los que conocen los escritos de la autora, sabrán que el tema de influenciar a los demás es algo recurrente en sus enseñanzas. En este caso, no hay que expresar dudas para no influenciar mal.

El libro: Mensajes para los jóvenes, escrito por la misma autora, dice:

 

Vuestra influencia puede ser tal que contamine a otros y podéis ser la causa de la ruina de aquellos a quienes podríais haber traído a Cristo”. (Mensajes para los jóvenes, pág. 28)

 

También hay que influenciar bien. Para eso hay que aprender a socializar, buscar y encontrar la manera de acercarse a los pecadores, etc.

 

Tu influencia puede dar testimonio de la verdad de Dios: puedes ser colaborador de Dios en la gran obra de la redención humana” (Mensajes para los jóvenes pág. 18)

 

¡Oh, si ejercitasen ahora sus facultades mentales buscando un modo de aproximarse a los pecadores que perecen a fin de darles a conocer el camino de la santidad” (Mensajes para los jóvenes, pág. 203)

 

debieran desarrollar sus facultades sociales; pues de esta manera pueden ganar almas para el Salvador”. (Mensajes para los jóvenes, Pág. 403)

 

También habrá que evitar dejarse influenciar mal. Resumidamente, eso se logra alejándose de los incrédulos.

 

A menos que nuestros jóvenes tengan valor moral para cortar la relación con esas personas cuando descubran su incredulidad, serán entrampados y pensarán y hablarán como tales amistades lo hacen”. (Mensajes para los jóvenes. pág. 84)

 

En principio esos mensajes son contradictorios, porque acercarse para influenciar y alejarse de los malos influyentes, no se puede.

Aun así, pareciera que la autora encontró la manera, incluso sin demasiado accionar:

 

Cuando el amor de Cristo está guardado en el corazón, como dulce fragancia no puede ocultarse. Su santa influencia será percibida por todos aquellos con quienes nos relacionemos”. (El camino a Cristo, pág. 68)

 

El inmediato interrogante que aparece es: ¿cómo se hace para influenciar mal a alguien así? Porque cuando la autora aconseja no expresar dudas, era para no contagiar a la gente de su propia congregación. Por ejemplo, a alguien con esa fragancia.

Pareciera que no está funcionando la fragancia, no solo no influye positivamente al que tiene dudas y que está ahí a su lado, sino que es precisamente al revés, el otro le perjudica.

La fragancia “será percibida”, dice, pero al parecer, el que duda tiene más fuerza, primero elude la influencia, después influye negativamente. El de la fragancia ni siquiera puede impedir que el que duda contagie a otros. No solo eso, también tiene efecto duradero, “germinará y dará frutos” y al final será imposible de contrarrestar.

Pero hay un problema, si así fuera contagiaría a todos, o peor aún, ya lo habría hecho y no habría quedado nadie sin mal influenciar. Pero claro, sabemos que eso no pasó, porque todos le hicieron caso a la autora y nadie manifestó dudas, la semilla no se plantó. De haber pasado, ya no existiría nadie con esa fragancia.

El interrogante es ¿no habrá pasado, pero nadie dice nada? Es posible incluso que el de la fragancia ya no la tenía de antes, solo aparentaba tener a Cristo en el corazón. Por algo ya no influyó bien ni al que tenía dudas y estaba a su lado.

En otras palabras, es posible que acá estén pasando cosas de las que nadie habla. Tal vez, ya no quede ningún cristiano verdadero en la iglesia de la autora y nadie se dio cuenta. O tal vez lo sospechan, pero no lo dicen.

Los demás percibirán la fragancia, dice. ¿Seguro? Por ahí no, pero el de la fragancia cree que sí. Si llegara a sospechar que no, sencillamente no dirá nada porque tiene la certeza de que no hay que abrir la puerta a la duda.

¿Qué posibilidades hay que todo eso haya pasado? Muchas posibilidades. Pero además, hay un agravante:

 

como dulce fragancia no puede ocultarse”

 

La pregunta es ¿puede simularse? Sí, entonces la verdadera fragancia está oculta entre los simuladores. Es decir, puede ocultarse, la autora se ha equivocado.

Si no pudiera simularse, no habría cristianos falsos sin que se le pudiera identificar. Sabemos que hay, la misma autora lo ha denunciado.

 

Pero Satanás se presenta inadvertidamente y trabaja disfrazado a través de los hijos de la desobediencia que hacen profesión de piedad”. (Mensajes para los jóvenes Pág. 50)

 

Por lo que me ha sido mostrado no hay más de la mitad de los jóvenes que hacen profesión de religión y de la verdad, que se hayan convertido realmente”. (Mensajes para los jóvenes, pág. 129)

 

La buena noticia es que todavía hay esperanzas, porque de ser verdad todo eso, de seguro también debe haber alguna verdadera fragancia mezclada entre esas otras falsas.

 

3 La alabanza

 

Los ángeles están atentos para oír qué clase de informe dais al mundo acerca de vuestro Señor. Conversad de Aquel que vive para interceder por nosotros ante el Padre. Esté la alabanza de Dios en vuestros labios y corazones cuando estrechéis la mano de un amigo. Esto atraerá sus pensamientos a Jesús”. (pág. 107)

 

La biblia habla de la verdadera libertad que Cristo otorga. Sin embargo, acá habla de cuidar el comportamiento por razón de la vigilancia de los ángeles.

Seguramente eso es porque el mensaje sigue siendo para los que tienen dudas, que los otros no lo noten porque los ángeles ven todo. Pero no explica qué función cumplen. Están atentos, dice, pero no explica bien.

En otros escritos, la autora dice:

 

Los que han probado realmente las dulzuras del amor redentor no quieren ni pueden descansar hasta dar a conocer a todos los que se relacionan con ellos, el plan de la salvación”. (Mensajes para los jóvenes pág. 203)

 

Entonces, la advertencia sobre los ángeles, de seguro es para aquellos que aún no han probado esas dulzuras, debe ser porque esas dudas se lo impiden. Aun así, tendrán que evitar defraudar a los ángeles, de cuya existencia, presencia y auditoría, claro está, no tienen ninguna duda.

¿Será tan selectiva la duda adventista? Ni siquiera dudan de la veracidad de la inspiración divina de la autora. Eso es mucho no dudar para alguien que está dudando.

Los que le hicieron caso a la autora y así actúan, deberían tener en cuenta que lo más probable es que esos ángeles también sepan identificar a los falsos cristianos que hablan como si fueran verdaderos, o a los que tienen dudas pero hablan como si tuvieran certezas. Total, ya que creen en los ángeles, esto último no les será muy difícil de creer.

Solo hay que imaginarse, un creyente, o incluso un predicador, tratando de atraer a otros a una doctrina que ni él cree, bajo la auditoría de los ángeles, por pedido de la autora, que ha sido inspirada por Dios.

La pregunta ahora es: ¿cuántos de esos habrá?

 

Conversad de Aquel que vive para interceder por nosotros”

 

De esos hay muchos, debe ser porque para hacerlo no se requieren tantas certezas. Hablar es fácil.

 

Esto atraerá sus pensamientos a Jesús”

 

Tiene dudas sobre la doctrina, pero tiene la certeza que los otros irán a pensar en el Cristo verdadero. Al parecer, la autora creía que los cristianos falsos no existían, o no podían pensar en el Cristo falso en el que creen.

Además, tiene la certeza que pensar en Jesús es algo bueno, porque la autora lo dijo. Si hasta es posible que crean que pensar en Jesús, es algo que se basa en la biblia.

 

4 La falsedad de Satanás

 

Satanás siempre procura presentar la vida religiosa como una vida de tinieblas. Desea hacerla aparecer penosa y difícil; y cuando el cristiano, por su incredulidad, presenta en su vida la religión bajo este aspecto, secunda la falsedad de Satanás” (pág. 104)

 

Este párrafo está un poco más atrás en el libro, pero habla del mismo tema. Dice más o menos lo mismo, se deben ocultar las penas para no colaborar con Satanás y no contagiar a los demás.

Antes dudaba y lo callaba, ahora falsea sus actitudes y oculta sus penas para así disimular su incredulidad, que es lo que causó todo, ya ni siquiera eran dudas. ¿Así son todos los seguidores de la autora?

¿Cómo logran los adventistas creer en todo esto? Hay una manera, cuando alguien cree que tiene que “elegir”, ahí ya puede.

Cualquiera puede elegir, no importa si la doctrina es falsa, o contradictoria, si el Cristo en el que cree es falso, o si la fe que tiene no es tal. Con solo “elegir” no dar lugar a la duda, no habrá nada que le impida sostener la doctrina.

Satanás presenta a la vida religiosa como penosa y triste, dice. A finales del siglo diecinueve tal vez, pero hoy en día es al revés, todos cantan, saltan y se muestran felices. Tal vez, gracias a los consejos de la autora, ya no es como antes y han aprendido a comportarse de esa manera.

Lo único que estaría bueno que no exageren, la gente ya está empezando a creer que todo es falso, otra vez.

Otro interrogante: ¿Qué posibilidades hay que terminen creyendo que esa felicidad que muestran es auténtica y que proviene de Cristo? Porque absolutamente todos los que practican alguna creencia religiosa, creen que su doctrina proviene de Dios, incluida esa libertad y felicidad que dicen haber encontrado.

¿Cómo se logra eso? En las iglesias les enseñan en qué consiste la felicidad o la libertad, ellos actúan como si ya la tuvieran y finalmente terminan convencidos. Es decir, aplican el mismo método que enseña la autora.

Los ateos, o los que no conocen a Cristo, también creen conocer la verdadera felicidad y libertad. Todo eso es, al menos un indicio, que es posible creer en una falsa felicidad, teniendo la certeza que es auténtica.

 

5 Parece que dudamos

 

Cuando parece que dudamos del amor de Dios y que desconfiamos de sus promesas, lo deshonramos y contristamos su Santo Espíritu. ¿Cómo se sentiría una madre si sus hijos estuvieran quejándose constantemente de ella, como si no tuviera buenas intenciones para con ellos, cuando el esfuerzo de su vida entera hubiese sido fomentar sus intereses y proporcionarles comodidades? Suponed que dudaran de su amor: quebrantarían su corazón”. (pág. 106)

 

Cuando parece que dudamos del amor”

 

Hasta que lo tuvo que confesar, “parece” que está dudando. Es decir que hasta la duda era falsa. Aunque ni falta que hacía la confesión, si antes había podido elegir entre la duda y la certeza, significa que esa duda era tan falsa como esa certeza.

Entonces, a los que están dudando, ahora también les quiere convencer que no es así. Para lograr eso, seguramente primero deberán dudar que estén dudando.

Pero esto sí que se está poniendo bueno.

Si hasta parece un chiste: viene uno y dice: -no estoy seguro, pero creo que estoy dudando-. No parece, es un chiste, que lástima que no tiene gracia.

Esto es lo mismo que antes, duda de las promesas y del amor de Dios, pero al mismo tiempo tiene la certeza que todo eso deshonrará al Espíritu Santo, de cuya existencia y honor no tiene ninguna duda. Esas no son dudas selectivas, están a merced de la voluntad de la autora.

“Elegir”, es la palabra clave para entender esto. Los que han elegido, difícilmente hayan experimentado esa forma de duda que ahora señala. Por eso le creen a la autora sin cuestionar. Ante esta enseñanza, seguramente piensan: -si ella lo dice-, y siguen para adelante.

 

Suponed que dudaran de su amor: quebrantarían su corazón”

 

En principio, ningún niño duda del amor de sus padres, o de esa madre sufrida. Pero supongamos que ha crecido y se ha dado cuenta que sus padres son: perversos, abusadores, delincuentes o falsos cristianos. Ese tipo de padres, incluso podrían ser miembros de la iglesia de la autora.

Antes de terminar de entender toda la verdad acerca de ellos, primero tendrá que poner en duda todo lo que creía acerca de toda la familia, incluso de sí mismo. Eso es porque no se puede cambiar una mentira por la verdad, sin pasar por la duda.

El asunto es que, la autora cita a una madre dolida, pero asume que esa madre era buena y que tiene buenas intenciones, asume también que el hijo sabe de su bondad. ¿A eso le llama tener dudas?

No, dudas son las que tiene el otro, no las absurdas planteadas por la autora, que hasta empieza a dar un poquito de bronca por su falta de consideración con la gente que está pasando por conflictos de verdad, no como las de ese niño quejoso de una madre que solo le provee de comodidades.

Si hasta cuesta creer que haya dicho comodidades.

Supongamos que alguien se dio cuenta que toda su familia pertenece a una iglesia falsa, o son corruptos. O que pertenecen a una iglesia que sirve para aprovecharse del dinero de los pobres. Suponiendo que ahora encontró a Cristo, o lo está buscando, también debe estar dudando de todo lo que creía saber.

Ese también tendrá que lidiar con una madre sufrida con el corazón roto. Y con todo el resto del entorno, también.

Cuando aparece alguien así, todos se le ponen en contra y nadie le apoya en nada. Se unen más que nunca para repudiarle, para atacarle, para perseguirle. Se reúnen para lamentarse y consolar a la madre que llora pero no le apoya ni le acepta. -Eso es por haber sido demasiado buena-, comentan los demás.

Sus parientes le reclaman por su falta de consideración. Desfilan para darle -sermoncitos- y para tratarle como si fuera peligroso y detestable. Le dejan afuera de todo. Los que están lejos le mandan correos devastadores. Si hasta parece que lo disfrutan.

Vienen unos señores de traje y apoyándole la mano en el hombro, le dicen con voz de doctor, reflexiona hijo, la madre sufre, en la vida hay que esforzarse para lograr cosas buenas, insinuando que su problema es la mala actitud, o falta de voluntad.

En el culto de su iglesia, dan charlas destinadas a ese, pero simulan estar hablando de otra cosa, cuando todos saben para quién es el mensaje.

Si tienen que saludarle, lo hacen de una manera tal que quede claro que solo están cumpliendo con una obligación. Algunos incluso, después de saludarle, pretenden haberle confundido con otra persona.

Cabe una reflexión ¿por qué se alegran tanto cuando aparece un indeseable como ese? Debe ser porque ahí es cuando se sienten triunfadores y superados.

Si es un predicador en esa situación, lo primero que va a estar en peligro será su trabajo, su familia depende de ello. No es fácil sostener una creencia en contra de todo el mundo, en contra de su futuro o el de su familia.

A alguien que haya pasado por todo eso hay que preguntarle qué le parece el supuesto de una madre dolida que le provee de comodidades. Pero no para la autora, que pareciera no haber tenido un conflicto en su vida.

Según lo que decía el primer párrafo, los que manifiestan dudas desalientan a los otros. En el siglo diecinueve tal vez, pero hoy en día es al revés, los que manifiestan dudas quedan terriblemente desalentados por los otros. ¿Otro de sus logros?

Hagamos una prueba, que alguien manifieste dudas en la iglesia de la autora, a ver quién sale más desalentado.

 

6 El conflicto

 

Tengamos por regla el no proferir nunca palabras de duda o desaliento. Si hablamos palabras de santo gozo y de esperanza, podremos hacer mucho más para alumbrar el camino de otros y fortalecer sus esfuerzos. Hay muchas almas valientes, en extremo acosadas por la tentación, casi a punto de desmayar en el conflicto que sostienen con ellas mismas y con las potencias del mal. No las desalentéis en su dura lucha”. (pág. 107)

 

Apareció uno que tiene un conflicto de verdad, contra las fuerzas del mal, dice. Pero un conflicto serio no es solamente por enfrentarse a las potencias del mal como dice, sino cuando no se sabe cuál es la parte mala.

Pero por lo menos ahora se explica por qué el otro solo parecía que dudaba, eso es porque el recio conflicto lo tenía este.

Entonces, el que está dudando, cuando está junto otro que también duda, pero en recio conflicto, tiene que hablar del santo gozo, del cual ninguno de los dos duda. Pero qué cosa, ¿no?

Solo hay que imaginarse, alguien está en crisis como el que señala ahora, y los otros reunidos a su alrededor diciéndole que se alegre porque la vida es linda, mientras se codean entre ellos. Eso, claramente es una burla, o está dicho por alguien que nunca estuvo en esa lucha.

Ahora, vamos a aconsejarle al otro, al del serio conflicto, ya que la autora no lo hizo. Ud. el del serio conflicto, tampoco diga nada, no sea cosa que este, el del conflicto leve, que solo parece que duda, empiece a descreer que solo -parece- y termine dudando en serio.

 

Si hablamos palabras de santo gozo”

 

¿A cuál santo gozo ser refiere la autora? Ahora parece confirmar en serio que nunca estuvo en conflicto. Quien tiene dudas, no tiene ese gozo. De haberlo tenido alguna vez, ahora estará poniendo en duda que haya sido santo.

Si le hace caso a la autora, hablará de un santo gozo que no tiene, como si lo tuviera. O incluso del falso santo gozo, como si fuera verdadero. De esos hay por lo menos tres o cuatro por cuadra.

 

podremos hacer mucho más para alumbrar el camino de otros”

 

El que duda, no sabe si puede o no alumbrar el camino. Si antes lo creía, ahora no está seguro. La pregunta es ¿por qué no aprovechan los otros, los que no están en conflicto, para alumbrar a este?

No pueden, si pudieran creemos que ya lo habrían hecho y le habrían sacado las dudas. Incluso el que está en conflicto puede ver que los otros no pueden. Aun así, la autora le dice justo a ese, que puede alumbrar a los otros. ¿De verdad?

Esa es otra de las constantes en todos estos párrafos, la preocupación de la autora pareciera que eran los otros, no el que estaba dudando. Al parecer, quería que todos quedaran convencidos que las dudas solo sirven para tener que desistir de ellas.

En ningún momento consideró la posibilidad que las dudas le pueden llevar a refutar una mentira que había creído, o a entender algo que antes había malinterpretado, o incluso a encontrar una verdad que no había visto.

La enseñanza es, reprimir el “conflicto”, para terminar creyendo que esas dudas solo sirvieron para hacerle sentir mal a esa pobre madre y a todos los que se le pusieron en contra. El que así lo haga, dejará de -abrirles las puertas a las sugestiones-, desistirá de cualquier duda y así se convertirá en uno de ellos. Habrá cinco en esa cuadra.

La pregunta ya no es, cuántos de esos habrá en la iglesia de la autora. Sino cuántos no hay. Seguramente se habrán aprendido de memoria aquel consejo:

 

Si elegís abrir la puerta a sus sugestiones, se llenará vuestra mente de desconfianza y rebelión”.

 

Más que consejo, se aprendieron todo el manual del cristiano para lidiar con Satanás.

 

7 Ninguna palabra de duda

 

Cuando Satanás os tiente, no salga de vosotros ninguna palabra de duda o tinieblas”.

 

La falla fundamental de todo esto estaba en el mismo comienzo. Si esa duda tiene que ver con algo fundamental de la doctrina, no podrá saber que es de Satanás.

Primero, porque la doctrina misma que profesa podría ser falsa en serio, el Cristo en el que cree podría ser falso. Pero también porque podría ser la doctrina verdadera pero el creyente no, solo aceptó todo sin entender, ni cuestionar, o se creó una imagen falsa de Dios.

Incluso pudo haber mal interpretado alguna cosa de la cual tendrá que dudar primero para poder refutarla.

Si la duda era otra, por ejemplo: pecar o no pecar ¿quién manifiesta ese tipo de dudas? Nadie, pero si lo hiciera, no necesariamente hará daño a los demás o a sí mismo. Además, esos no son “conflictos recios”, y difícilmente plantará alguna semilla.

Pero hay otro tipo de duda, la que se opone a la fe. Podría ser por ejemplo, por causas mencionadas en: Romanos 8:35. Tribulación, angustia, persecución, hambre, desnudez, peligro o espada. A uno que esté pasando por algo así, habría que presentarle el caso de una madre dolida que le provee de comodidades.

Pudiera ser la que tuvo San Pedro caminando sobre las aguas. En esa ocasión, la pregunta de Cristo fue: ¿por qué dudaste? No hay manera de lidiar con esa duda de la manera como enseña la autora, no podrá “elegir” abrirle la puerta ni decidir no abrirla.

Tampoco traerá como consecuencia la rebelión, porque no habrá conflicto. No plantará ninguna semilla, porque ni siquiera podrá manifestarla.

De manera que, a la única duda que puede estar refiriéndose la autora, es a la duda en cuanto a la doctrina. Justamente, la única a la que sí, hay que darle lugar, porque seguramente todavía tiene que crecer espiritualmente. De no ser así no tendría esas dudas.

 

Si elegís abrir la puerta a sus sugestiones, se llenará vuestra mente de desconfianza y rebelión.

 

La situación es así: viene Satanás a tentarle, la persona sabe que es Satanás, sabe que no hay que abrirle la puerta, puede “decidir”, porque seguramente sabe cuál es la opción correcta. Pero abre igual, entonces viene la rebelión y la desconfianza. ¿No será al revés? Para abrir igual la puerta sabiendo todo el resto, primero habrá que revelarse, no después.

“Elegir”, es la palabra clave que genera todo el resto. Si está dudando, no podrá saber cuál es la opción correcta. Es decir, ni siquiera tiene lógica.

Lo que sí podrá, es reprimir esa duda y “elegir” seguir creyendo en lo que ya creía. Eso lo puede hacer cualquiera que practique cualquier doctrina. Ni siquiera hace falta tener fe para lograrlo.

Pero hay algo más que necesitan tener todos los seguidores de Elena de White para aceptar esta doctrina, creer que pueden entender estos temas razonando. No pueden, no porque no les dé el intelecto, es porque en cuestión de fe, no hay forma de razonarse.

Las dudas que puede llegar tener un cristiano son genuinas, no falsas como la autora asegura todo el tiempo. Cuando un cristiano verdadero se encuentra con alguien que manifiesta dudas, estará interesado en encontrar una respuesta, la más apropiada que tuviera. Si no la tiene, querrá investigar hasta encontrarla.

Si definitivamente no encuentra la respuesta, no debería hablar más del tema hasta tenerla, por una sencilla razón, no sabe, pero estaba hablando como si supiera. Si no sabe, ya de entrada no debería haber estado hablando.

¿Esa era la duda que la autora pidió callar? No, esa era la duda que la autora dijo que no era auténtica. Por eso pidió que siga hablando como si supiera.

Así terminará creyendo que sabe. Es decir, terminará haciendo lo mismo que todos los que tienen una creencia religiosa falsa.

 

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