lunes, 9 de diciembre de 2013

Como entender la biblia según Elena de White




Los párrafos pertenecen al libro: El camino a Cristo, escrito por Elena de White, fundadora de la iglesia adventista del séptimo día.





Elena de White enseña a conocer la verdad bíblica a través de diversos métodos que detalla en el libro y que prometen total eficacia, pero en ninguna parte de esos métodos dice que hay que poner en práctica las enseñanzas de Cristo. Algunos dirán que eso es algo sobreentendido y por eso no hace falta ni mencionarlo, creen que ese es un tema aparte que puede tratarse por separado.
Están equivocados, no es así como funciona. Para conocer la verdad se requieren los tres pasos. Leer, entender y poner lo aprendido en práctica, recién entonces se comprenderá la verdad.

Los métodos de la autora no funcionan, engañan y son anti bíblicos. La personas que le crean, podrán explicar con palabras el significado de cada enseñanza bíblica, pero no conocerán jamás la verdad.
Ejemplo de ese método es el siguiente párrafo:


“Si tenemos siempre presentes las acciones egoístas e injustas de otros, encontraremos que es imposible amarlos como Cristo nos ha amado; pero si nuestros pensamientos se espacian continuamente en el maravilloso amor y piedad de Cristo por nosotros, manifestaremos el mismo espíritu para con los demás”. (pág. 108)


En principio hay que señalar una mentira o al menos una verdad a medias que hay en ese párrafo. Dice:

es imposible amarlos como Cristo nos ha amado”

Debería haber dicho:

-es imposible amarlos como Cristo nos ha ordenado-

Claro, decirlo así habría delatado la mentira, habría manifestado la poca intención o incluso la ineptitud que tenía la autora para cumplir con ese mandamiento.
“Es imposible amarlos”, dice la autora. Claro que es imposible, porque no ha cambiado de mentalidad y el engaño sigue presente. No se logra cambiar de mentalidad cambiando el objeto pensado o cambiando los pensamientos de lugar como creía la autora.  
El método de la autora en vez de eliminar el engaño, resuelve la situación con una alternativa, los que le hagan caso seguirán tan ineptos como ella para cumplir con ese mandamiento.
El que no puede amar a los demás no conoce a Cristo. Sin embargo, la autora le sugiere que ponga sus pensamientos en Él, es decir en alguien que no conoce.

La persona que considera a los demás egoístas es una persona egoísta también. La persona que considera a los demás injustos es porque todo el tiempo los juzga. No conoce la justicia de Dios, tampoco ha renunciado a sí misma, ni siquiera ha logrado poner en práctica lo que la biblia enseña: “no juzguen”.
Con su mandamiento, Cristo nos pone en una situación sin salida, nos manda que hagamos algo imposible de hacerse. No hay salida para esta situación irresoluble. Excepto una: renunciar a uno mismo, eso incluye también los pensamientos, esos pensamientos que no permiten que la persona ame al enemigo.

Llamativamente, en vez de hacer eso, la autora propone cambiar los pensamientos de lugar. Propone “espaciarse en Cristo”, ¿pero de donde habrá sacado semejante cosa? No existe ni una sola enseñanza bíblica donde se enseñe a controlar los pensamientos.
Tener la mente de Cristo es totalmente otra cosa, eso no se logra pensando en Él o en sus acciones.
La autora, en vez de abandonar la mentalidad engañosa, propone distraerse pensando en otra cosa. En vez de resolver lo que en principio es imposible, huye del problema.
Para lograr lo ordenado por Cristo se necesitará renunciar a uno mismo, para lograr lo que propone Elena de White se necesitará recurrir a uno mismo.

Como se ha visto en esa situación, para cumplir con el método de la autora no será necesario poner en práctica la palabra, esa es una enseñanza constante en todos sus métodos de estudio.
El siguiente párrafo, escrito por la misma autora, no habla de ese método de estudio, pero es prueba de esa mentalidad.


“Vuestra influencia puede ser tal que contamine a otros y podéis ser la causa de la ruina de aquellos a quienes podríais haber traído a Cristo. Podéis hacer apartar a otros de Cristo, de lo recto, de la santidad y del cielo. En el juicio podrán los perdidos señalaros y decir: "Si no hubiera sido por su influencia, yo no habría tropezado ni me habría burlado de la religión. El tenía la luz, conocía el camino al cielo. Yo era ignorante y fui con los ojos vendados por el camino de la destrucción". Oh, ¿qué respuesta podremos dar a tal acusación?” (Mensajes para los jóvenes pág. 28)


El párrafo dice:

aquellos a quienes podríais haber traído a Cristo”

“Él tenía la luz, conocía el camino al cielo”

La persona que está siendo reprendida en el párrafo es alguien que, según la autora, tiene luz y conoce la verdad pero no la pone en práctica. Esa es una doctrina anti bíblica, porque no se tiene luz espiritual si no se pone en práctica la palabra de Dios.

Los siguientes párrafos fueron extraídos de las páginas del 77 al 81, todos hablan de cómo alcanzar sabiduría con el estudio de la biblia, pero en ninguna de esas páginas dice que hay que poner en práctica lo aprendido.


“Dios nos habla también en su Palabra. En ella tenemos en líneas más claras la revelación de su carácter, de su trato con los hombres y de la gran obra de la redención”.


“Si deseáis conocer al Salvador, estudiad las Santas Escrituras”.


“Debemos espaciarnos en el carácter de nuestro querido Redentor e Intercesor”.


“concentremos nuestros pensamientos en Cristo”


“el amor de Jesús, el sacrificio hecho en nuestro favor, demandan de nosotros la más seria y solemne reflexión”.


“Las grandes verdades necesarias para la salvación están presentadas con tanta claridad como la luz del mediodía”


“comparar texto con texto y lo espiritual con lo espiritual”.


“meditar sobre la misión de Cristo”


“Si se estudiara la Palabra de Dios como se debe, los hombres tendrían una grandeza de espíritu”


“Aún al ir por la calle, podéis leer un pasaje y meditar en él hasta que se grabe en la mente”


“estudiar un pasaje hasta que su significado nos parezca claro”


“No podemos obtener sabiduría sin una atención verdadera y un estudio con oración”


“De haber un escudriñamiento cuidadoso y una reflexión acompañada de oración. Y tal estudio será abundantemente recompensado”.


“El que perseverantemente escudriña la Palabra de Dios buscando sus tesoros ocultos, encontrará verdades”


No hay ninguna cosa mejor para fortalecer la inteligencia que el estudio de las Santas Escrituras


 “Nunca se debe estudiar la Biblia sin oración. Antes de abrir sus páginas debemos pedir la iluminación del Espíritu Santo, y ésta nos será dada”


Oportuno es destacar dos o tres de esos párrafos, por ser los más elocuentes en cuanto a la mentalidad general de la autora.


 “Si se estudiara la Palabra de Dios como se debe, los hombres tendrían una grandeza de espíritu


Ese párrafo en realidad es un reproche, les echa la culpa a los pecadores de su condición. Hay demagogia en el párrafo, los seguidores de Elena de White reciben un elogio escondido, se ganan la aprobación de la autora, porque ellos leen y estudian mucho la biblia.

Por otra parte, es imposible creer en lo que dice ese párrafo sin creerse espiritualmente superior a los demás. Evidentemente la pobreza espiritual no era una buena situación digna para la autora. La autora sutilmente ha implementado la grandeza espiritual como algo digno de alcanzarse. Otra doctrina anti bíblica.


“Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos”. (Mateo 5:3)


Otros párrafos dicen algo mucho peor que lo anterior:


“estudiar un pasaje hasta que su significado nos parezca claro”

“El que perseverantemente escudriña la Palabra de Dios buscando sus tesoros ocultos, encontrará verdades”


Con esas declaraciones, la autora asegura que las personas que no conocen la verdad no han perseverado en el estudio. El engaño, como era costumbre de la autora, pareciera no existir.


“Sed hacedores de la palabra y no solamente oidores que se engañan a sí mismos”. (Santiago 1:22)


También dice que el significado de lo leído nos tiene que parecer claro. “parecer claro”. Eso significa que para conocer la verdad hay que buscarla en la biblia y concluir lo que a uno le parezca.
Ese es uno de los peores consejos dados en esta lista de párrafos y probablemente en todo el libro. Eso que aconseja esa frase es exactamente lo que hacen todos los equivocados, los engañados y los mentirosos.

Todos los que tienen doctrinas erróneas hacen eso, también los paganos, los ateos, los que persiguen a Cristo y a los cristianos; los alterados mentales que atribuyen sus locuras a mandatos divinos; los que buscan una verdad en la biblia y no la encuentran; los que buscan apoyo bíblico a sus propias ideas y la hallan; los que comparan la vida de Cristo con la vida del Buda y la hallan semejantes; los que comparan al cristianismo con la antigua astrología y hallan similitudes; los que toman las enseñanzas bíblicas en forma literal; los que no creen que Cristo fue un ser humano; los que buscan en la historia la explicación de la existencia de Cristo y la hallan; los que dicen que Cristo y los ángeles son seres extraterrestres que viven en otro planeta; los que creen que Lucifer es, en realidad, un libertador; los que se creen espiritualmente superiores a los demás por creer que Dios está de su lado, etc.

¿Sabía Elena de White que todas las iglesias evangélicas o cristianas se respaldan en la biblia? Sabiendo que esas doctrinas son distintas y hasta llegan a ser opuestas a su doctrina, ¿aun así pensaba que en la biblia está todo clarito?
Hay que subestimar demasiado a los otros para pensar que tal diferencia entre las doctrinas se debe a que aquellos no leen la biblia.
Leen y estudian la biblia, pero la interpretan a su manera, ese es el problema, mismo que tendrán los que le crean a Elena de White.

La palabra de Dios, y principalmente las enseñanzas de Cristo, se prestan para que se mal interpreten, eso es porque contienen verdades equilibradas. La verdad de la biblia está en el centro, así cualquier punto de vista le queda bien, cualquier observación parcial de ella coincide con la verdad.
Pero una observación de la verdad de Dios hecha desde un sólo punto de vista será una verdad parcial y por lo tanto engañosa. Eso es lo que les pasará a los que crean en el método de Elena de White, encontrarán verdades, pero parciales y engañosas.

Si había gente que había estudiado la biblia, esos eran los fariseos, ellos sí que tenían muy bien claras sus ideas y los significados bíblicos, sin embargo no pudieron reconocer a Cristo. Por otra parte la biblia nos enseña que sin mucho conocimiento bíblico, igualmente se puede encontrarle.
El ciego, a quien Jesús le abrió los ojos, enseñó a los fariseos con su testimonio:


“Nosotros sabemos que Dios habló a Moisés, pero en cuanto a éste, no sabemos de dónde es. Respondió el hombre y les dijo: Pues en esto hay algo asombroso, que vosotros no sepáis de dónde es, y sin embargo, a mí me abrió los ojos y sabemos que Dios no oye a los pecadores; pero si alguno es temeroso de Dios, y hace su voluntad, a ése oye.”  (Juan 9: 29-31)


Otro de los párrafos dice:


“Las grandes verdades necesarias para la salvación están presentadas con tanta claridad como la luz del mediodía”


Esa es una frase dicha por un terco. Es una frase igual a la anterior, son otras palabras pero la mentalidad es la misma.
Cualquiera que haya mal interpretado la biblia, puede algún día darse cuenta de su error y cambiar su doctrina, excepto el que crea en ese párrafo, ese no puede encontrar la verdad.
Entonces la pregunta es: ¿Esa enseñanza viene de Dios? No, porque si lo fuera, Dios le estaría dando permiso a los engañados para que sigan con su doctrina.
Otro interrogante es, ¿Para quién está claro? porque todos los engañados con respecto a la doctrina cristiana creen que todo está claro. No han encontrado la verdad en la biblia, pero ellos creen que sí y así lo afirman.

¿Sabía la autora que todas las congregaciones religiosas erróneas o engañosas, dicen lo mismo?
¿Cómo hace alguien que practica una doctrina falsa para darse cuenta de su error? Primero tendrá que dejar de creer que todo está claro. Los adventistas, cuando intentan enseñarles su verdad a esas personas, seguramente ruegan que ellos no conozcan o no crean que está todo claro, porque si lo hicieran no tendrían éxito.

Quien crea y repita esa frase no está sino confesando que no ha entendido la verdad de la biblia. Mientras siga sosteniendo esa idea no conocerá a Cristo. Por el contrario el que llegó a conocer la verdad no afirmará nunca que la verdad está clara en la biblia.
Si tuviéramos que señalarle alguna característica a la biblia, esa será justamente contraria a lo que dice ese párrafo. Si hay algo que la caracteriza es que en ella no está todo claro.

La biblia no está hecha para que la entienda cualquiera que se proponga estudiarla hasta lograrlo, por más buen método que emplee. Al contrario, está hecha justamente para que eso no ocurra. La biblia nos revela los misterios del reino de Dios, pero no se logra ese entendimiento estudiándola.


“Por tanto, cualquiera que oye estas palabras mías y las pone en práctica, será semejante a un hombre sabio que edificó su casa sobre la roca” (Mateo 7: 24)


"¡Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, y que jamás entraron en pensamiento humano, son las cosas grandes que ha preparado Dios para los que le aman!" (1 Corintios 2: 9)


“Y respondiendo El, les dijo: Porque a vosotros se os ha concedido conocer los misterios del reino de los cielos, pero a ellos no se les ha concedido”. (Mateo 13: 11)


“Por eso les hablo en parábolas; porque viendo no ven, y oyendo no oyen ni entienden”. (Mateo 13: 13)


El mismísimo Cristo estaba enseñando la palabra y aun así había personas que no entendían. ¿Creía la autora que Cristo no era hábil en la tarea de enseñar la palabra?


“estudiar un pasaje hasta que su significado nos parezca claro”

“Si se estudiara la Palabra de Dios como se debe, los hombres tendrían una grandeza de espíritu”

“El que perseverantemente escudriña la Palabra de Dios buscando sus tesoros ocultos, encontrará verdades”


Ahora resulta ser que los que oyendo no oían ni entendían, eran personas a las que Cristo no les enseñó la palabra como era debido.
Sólo hay que imaginarse a una persona de la época de Jesús, que fue a escucharle pero oyó y no entendió, después fue a su casa, agarró la biblia y se puso a estudiarla como era debido hasta que finalmente entendió.
Alguien tendría que haberle dicho a Cristo que si las personas no entendían, era por culpa de que Él no enseñaba como era debido. Al menos tendría que haber tenido la paciencia de quedarse más tiempo enseñándoles la palabra hasta que el significado quedara claro.
La próxima vez que haya que enseñar al mundo como es el reino de Dios, mejor enviémosle a Elena de White, porque el tal Cristo ese, no sabía enseñar. Por no enseñar como era debido, la gente se quedaba sin entender y sin conocer a Dios.

En la actualidad también hay personas que “oyendo no oyen ni entienden”, pero después de emplear los métodos de Elena de White, seguirán sin conocer la verdad, pero creerán que sí los hicieron, sólo porque le creen a la autora.

La parábola del sembrador podría haberle enseñado algo a la autora, básicamente allí se enseña que la palabra hay que ponerla en práctica.
Es la primera de las parábolas que Cristo enseñó, seguramente porque es lo primero que hay que saber acerca de la palabra de Dios. Jesús explicó esa parábola diciendo:


“Mas el que fue sembrado en buena tierra, éste es el que oye y entiende la palabra, y da fruto; y produce a ciento, a sesenta, y a treinta por uno”. (Mateo 13: 23)


Ese párrafo bíblico enumera tres etapas: oír, entender y dar fruto. Elena de White sólo enumera dos de esas tres partes: oír y entender. ¿Dónde quedó el tercer paso? ¿Qué pasó con ella que no pudo entender esa parábola aun habiendo sido explicada? ¿No era que estaba todo clarito?
Los que le crean a la autora, en vez de perseverar para poner en práctica lo aprendido, perseverarán en entender lo que se estudia.

“estudiar un pasaje hasta que su significado nos parezca claro”

¿Por qué insistía la autora que hay que perseverar en el estudio? ¿De qué parte de la biblia sacó eso? De ninguna parte, porque como se dijo antes, lo único que se consigue con esa perseverancia es engañarse.
Es como si después de aprender la parábola del sembrador se concluyera que el cristiano verdadero es la buena tierra. Esa no es la conclusión correcta. El cristiano verdadero es el que da frutos.  

Los que estudien la biblia hasta que su significado les parezca claro, cuando intenten poner en práctica lo aprendido, verán que no se puede. La misma autora apoya esa idea cuando dice:

“veremos que es imposible amarlos como Cristo nos ha amado” (debió haber dicho: ordenado)

Las personas que le creen a la autora, de haber intentado poner en práctica las enseñanzas de Cristo se habrían topado con esa imposibilidad, entonces se habrían dado cuenta que no estaba todo claro.
¿Qué están esperando para hacerlo? ¿No pueden amar al enemigo y lo confiesan? Si, lo confiesan pero no hacen nada para lograrlo, en vez de eso recurren al método alternativo de la autora y explican la situación, quedando así todo claro.
“espaciándose en Cristo” ¿se logra amar al enemigo?

La respuesta es sencilla, no. Pero al parecer, aprueban tener todas las enseñanzas de la biblia bien aprendidas y sus ideas bien claras como la luz del mediodía. Una vez logrado eso, y  “espaciándose en Cristo”, es decir, distrayendo la mente en otra cosa, salen a evangelizar o trabajan en las tareas de su iglesia y sus instituciones y así creen estar poniendo en práctica la palabra.

Los engañados con el método de Elena de White, cuando salgan a evangelizar, dirán a otros lo mucho que Dios les cambió la vida, harán muchas grandes cosas en nombre de Dios. Trabajarán y participarán en todo lo que puedan para llevar adelante la gran obra de su iglesia. Así, creerán estar poniendo en práctica lo aprendido. Hablarán de Dios a los demás con palabras amables y tiernas incluso a sus enemigos. Entonces se preguntarán: ¿Cómo es que alguien se atreve a decir que no ponemos en práctica la palabra?

No es haciendo las tareas propias de los creyentes como se pone en práctica la palabra. El método de la autora no logra que sus seguidores amen al enemigo, pero sí logra que se pongan frente a ellos y les hablen de Dios, eso lo pueden hacer porque ponen los pensamientos en otro lado. A eso le llaman: “espaciarse en Cristo”. Deberían llamarlo, -distraerse en Cristo-.
Cuando enseñan a no dejarse influenciar por gente incrédula, los sacerdotes adventistas suelen decir: “nosotros tenemos lugares más elevados donde refugiarnos”. Distraerse es su doctrina.

El siguiente párrafo bíblico les podría hacer reflexionar acerca de poner en práctica la palabra. Allí dice que no todo el que hace lo que un verdadero cristiano hace, conoce la verdad.


“Muchos me dirán en aquel día: ``Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: ``Jamás os conocí; APARTAOS DE MI, LOS QUE PRACTICAIS LA INIQUIDAD. Por tanto, cualquiera que oye estas palabras mías y las pone en práctica, será semejante a un hombre sabio que edificó su casa sobre la roca” (Mateo 7: 22-24)


Ese pasaje bíblico resulta, en principio, contradictorio.
¿Que le reclaman esos hombres al Señor? Ellos aseguran que sí, han puesto en práctica las palabras, incluso tienen una lista de cosas que han hecho, cosas que Dios requiere que se hagan, cosas que Dios promete que podrán hacer los que crean en Él. Sin embargo, el señor les responde: “Jamás os conocí”.
Luego especifica algo: Dice que hay que poner en práctica la palabra y además dice que cualquiera puede hacerlo.

“cualquiera que oye estas palabras mías y las pone en práctica”

Allí nada dice acerca de comparar texto con texto, concentrar nuestros pensamientos en Cristo, espaciarnos en su carácter, trabajar en la tarea evangelizadora ni hacer grandes milagros.
Tampoco dice que hay que escudriñar la Palabra de Dios buscando sus tesoros ocultos ni promete que tal estudio será abundantemente recompensado. Todas esas cosas son inventos de la autora.
¿A cuál recompensa se refiere la autora? ¿Profetizar en nombre de Dios, echar fuera demonios y hacer muchos milagros?

Los que empleen los métodos de Elena de White, después de hacer todo ese trabajo investigativo también creerán que en la biblia está todo clarito, cuando en realidad, habrán encontrado un respaldo bíblico a sus creencias preconcebidas.

La parábola del hijo pródigo podría enseñarle algo a los que emplean el método de la autora. El hijo que se fue y volvió comprendió la verdad. El otro, el hermano que nunca se fue, nunca entendió la verdad. Para conocer la verdad hay que dar toda una vuelta, hay que verla desde todos los puntos de vista y no solamente desde un lugar, eso se logra poniendo lo aprendido en práctica.
Los dos hijos estaban en el mismo lugar, hacían las mismas cosas, habían recibido la misma enseñanza, pero uno comprendió la verdad y el otro no.

Alguno pensará que con esto se está sugiriendo salirse de la iglesia e irse al mundo un tiempo y luego volver. Dirá que se está incitando a pecar un poquito para así conocer todos los puntos de vista, sugerencia que rechazarán firmemente.
Eso lo piensan porque creen que la parábola del hijo pródigo se refiere a la iglesia y a sus miembros. Creen que la casa del padre es la iglesia y el hijo pródigo es un miembro que dejó de asistir.
Creen que el hijo pródigo es alguien que se salió de la creencia y que eventualmente perdió el rumbo o se puso rebelde. Después de desistir de su rebeldía y de sus pecados, decide volver y a pesar de todas sus malas acciones, el padre Dios, le perdona y le recibe otra vez por ser muy indulgente. Esa interpretación, propia de Elena de White, coincide perfectamente con la parábola. Es por eso que dicen: ¡está clarito!

Pues ese patético punto de vista de esa parábola es resultado de creer de antemano que en la biblia está todo clarito. “Está clarito” dicen esos predicadores, y a continuación muestran a la gente sus enseñanzas y sus tiernos y conmovedores puntos de vista de todas sus doctrinas engañosas.

Los que crean la interpretación de la autora acerca de esa parábola, jamás la pondrán en práctica. ¿Qué están esperando para poner en práctica esa parábola? De seguro creen que esa parábola en particular no necesitan ponerla en práctica, de seguro ni siquiera saben cómo se hace.
Los que le creen a la autora no lo saben, pero no están haciendo lo que Cristo enseña, por eso no lo conocen. Ellos jamás pondrán en práctica esa parábola, es posible incluso que ninguna de las otras.

La biblia enseña un método para conocer la verdad, es como una barrera que detiene a los que, al estudiarla, se van por el camino equivocado. Les impide seguir por ese camino y los guía hacia el camino correcto, esa barrera sólo aparece cuando se intenta poner en práctica lo aprendido.
La autora deliberadamente retira esa barrera o propone alternativas. Lo hace con palabras de aliento y esperanza, se pone del lado de Dios cuando en realidad sólo intenta ganar adeptos para su iglesia compuesta de doctrinas engañosas.

Hay personas que creen que por participar de las actividades evangelizadoras de su iglesia o haciendo tareas de caridad ya están poniendo en práctica la palabra de Dios. Puede que sí, pero también puede que no hayan entendido la verdad, sólo se comportan como si así fuera, igual que el hermano del hijo pródigo.

Ahora, a todos los que le han creído a Elena de White, bien les vendría darles otro tipo de enseñanzas, porque al menos la mayoría, tiene toda la intención de conocer la verdad.
Pongan en práctica las siguientes enseñanzas bíblicas y de seguro conocerán la verdad y alcanzarán sabiduría. No necesitarán compararlo con otro texto, no hará falta pedirle a Dios en oración que les muestre el significado. Pero por sobre todas las cosas, no demanda de nosotros la más mínima ni solemne reflexión, de hecho cuanto más se trate de reflexionar sobre esas enseñanzas, menos se las podrá poner en práctica.


“Ustedes han oído que se dijo: “Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo”. Pero yo les digo: Amen a sus enemigos y oren por quienes los persiguen, para que sean hijos de su Padre que está en el cielo”. (Mateo 5: 43-45)


No juzguen, y no serán juzgados; no condenen, y no serán condenados; perdonen, y serán perdonados”. (Lucas 6: 37)


“Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos”. (Mateo 5:3)

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