Los párrafos pertenecen al libro: El camino
a Cristo, escrito por Elena de White, fundadora de la iglesia adventista del
séptimo día.
Elena de White enseña a
conocer la verdad bíblica a través de diversos métodos que detalla en el libro
y que prometen total eficacia, pero en ninguna parte de esos métodos dice que
hay que poner en práctica las enseñanzas de Cristo. Algunos dirán que eso es
algo sobreentendido y por eso no hace falta ni mencionarlo, creen que ese es un
tema aparte que puede tratarse por separado.
Están equivocados, no es
así como funciona. Para conocer la verdad se requieren los tres pasos. Leer,
entender y poner lo aprendido en práctica, recién entonces se comprenderá la
verdad.
Los métodos de la autora
no funcionan, engañan y son anti bíblicos. La personas que le crean, podrán
explicar con palabras el significado de cada enseñanza bíblica, pero no
conocerán jamás la verdad.
Ejemplo de ese método es
el siguiente párrafo:
“Si tenemos siempre
presentes las acciones egoístas e injustas de otros, encontraremos que es
imposible amarlos como Cristo nos ha amado; pero si nuestros pensamientos se
espacian continuamente en el maravilloso amor y piedad de Cristo por nosotros,
manifestaremos el mismo espíritu para con los demás”. (pág. 108)
En principio hay que señalar una mentira o al menos una verdad a medias
que hay en ese párrafo. Dice:
“es imposible amarlos como Cristo
nos ha amado”
Debería haber dicho:
-es imposible amarlos como Cristo nos ha ordenado-
Claro, decirlo así habría delatado la mentira, habría manifestado la
poca intención o incluso la ineptitud que tenía la autora para cumplir con ese
mandamiento.
“Es imposible amarlos”, dice la autora. Claro que es imposible, porque no ha cambiado de
mentalidad y el engaño sigue presente. No se logra cambiar de mentalidad
cambiando el objeto pensado o cambiando los pensamientos de lugar como creía la
autora.
El método de la autora en vez de eliminar el engaño, resuelve la situación
con una alternativa, los que le hagan caso seguirán tan ineptos como ella para
cumplir con ese mandamiento.
El que no puede amar a los demás no conoce a Cristo. Sin embargo, la
autora le sugiere que ponga sus pensamientos en Él, es decir en alguien que no
conoce.
La persona que considera a los demás egoístas es una persona egoísta
también. La persona que considera a los demás injustos es porque todo el tiempo
los juzga. No conoce la justicia de Dios, tampoco ha renunciado a sí misma, ni
siquiera ha logrado poner en práctica lo que la biblia enseña: “no juzguen”.
Con su mandamiento, Cristo nos pone en una situación sin salida, nos
manda que hagamos algo imposible de hacerse. No hay salida para esta situación
irresoluble. Excepto una: renunciar a uno mismo, eso incluye también los
pensamientos, esos pensamientos que no permiten que la persona ame al enemigo.
Llamativamente, en vez de hacer eso, la autora propone cambiar los
pensamientos de lugar. Propone “espaciarse
en Cristo”, ¿pero de donde habrá sacado semejante cosa? No existe ni una
sola enseñanza bíblica donde se enseñe a controlar los pensamientos.
Tener la mente de Cristo es totalmente otra cosa, eso no se logra
pensando en Él o en sus acciones.
La autora, en vez de abandonar la mentalidad engañosa, propone
distraerse pensando en otra cosa. En vez de resolver lo que en principio es
imposible, huye del problema.
Para lograr lo ordenado por
Cristo se necesitará renunciar a uno mismo, para lograr lo que propone Elena de
White se necesitará recurrir a uno mismo.
Como se ha visto en esa
situación, para cumplir con el método de la autora no será necesario poner en
práctica la palabra, esa es una enseñanza constante en todos sus métodos de
estudio.
El siguiente párrafo,
escrito por la misma autora, no habla de ese método de estudio, pero es prueba
de esa mentalidad.
“Vuestra influencia puede ser tal que contamine a otros y podéis ser
la causa de la ruina de aquellos a quienes podríais haber traído a Cristo.
Podéis hacer apartar a otros de Cristo, de lo recto, de la santidad y del
cielo. En el juicio podrán los perdidos señalaros y decir: "Si no hubiera
sido por su influencia, yo no habría tropezado ni me habría burlado de la
religión. El tenía la luz, conocía el camino al cielo. Yo era ignorante y fui
con los ojos vendados por el camino de la destrucción". Oh, ¿qué respuesta
podremos dar a tal acusación?” (Mensajes para los jóvenes pág.
28)
El párrafo dice:
“aquellos a quienes podríais haber traído a Cristo”
“Él tenía la luz, conocía el camino al cielo”
La persona que está
siendo reprendida en el párrafo es alguien que, según la autora, tiene luz y
conoce la verdad pero no la pone en práctica. Esa es una doctrina anti bíblica,
porque no se tiene luz espiritual si no se pone en práctica la palabra de Dios.
Los siguientes párrafos fueron
extraídos de las páginas del 77 al 81, todos hablan de cómo alcanzar sabiduría
con el estudio de la biblia, pero en ninguna de esas páginas dice que hay que
poner en práctica lo aprendido.
“Dios nos habla también en su Palabra. En ella tenemos en líneas más
claras la revelación de su carácter, de su trato con los hombres y de la gran
obra de la redención”.
“Si deseáis conocer al Salvador, estudiad las Santas Escrituras”.
“Debemos espaciarnos en el carácter de nuestro querido Redentor e
Intercesor”.
“concentremos nuestros pensamientos en Cristo”
“el amor de Jesús, el sacrificio hecho en nuestro favor, demandan de
nosotros la más seria y solemne reflexión”.
“Las grandes verdades necesarias para la salvación están presentadas
con tanta claridad como la luz del mediodía”
“comparar texto con texto y lo espiritual con lo espiritual”.
“meditar sobre la misión de Cristo”
“Si se estudiara la Palabra de Dios como se debe, los hombres tendrían
una grandeza de espíritu”
“Aún al ir por la calle, podéis leer un pasaje y meditar en él hasta
que se grabe en la mente”
“estudiar un pasaje hasta que su significado nos parezca claro”
“No podemos obtener sabiduría sin una atención verdadera y un estudio
con oración”
“De haber un escudriñamiento cuidadoso y una reflexión acompañada de
oración. Y tal estudio será abundantemente recompensado”.
“El que perseverantemente escudriña la Palabra de Dios buscando sus
tesoros ocultos, encontrará verdades”
“No hay ninguna cosa mejor para fortalecer la inteligencia que el
estudio de las Santas Escrituras”
“Nunca se debe estudiar la
Biblia sin oración. Antes de abrir sus páginas debemos pedir la iluminación del
Espíritu Santo, y ésta nos será dada”
Oportuno es destacar dos
o tres de esos párrafos, por ser los más elocuentes en cuanto a la mentalidad
general de la autora.
“Si se estudiara la Palabra de
Dios como se debe, los hombres tendrían una grandeza de espíritu”
Ese párrafo en realidad
es un reproche, les echa la culpa a los pecadores de su condición. Hay
demagogia en el párrafo, los seguidores de Elena de White reciben un elogio
escondido, se ganan la aprobación de la autora, porque ellos leen y estudian
mucho la biblia.
Por otra parte, es
imposible creer en lo que dice ese párrafo sin creerse espiritualmente superior
a los demás. Evidentemente la pobreza espiritual no era una buena situación
digna para la autora. La autora sutilmente ha implementado la grandeza
espiritual como algo digno de alcanzarse. Otra doctrina anti bíblica.
“Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es
el reino de los cielos”. (Mateo 5:3)
Otros párrafos dicen algo
mucho peor que lo anterior:
“estudiar un pasaje hasta que su significado nos parezca claro”
“El que perseverantemente escudriña la Palabra de Dios buscando sus
tesoros ocultos, encontrará verdades”
Con esas declaraciones, la
autora asegura que las personas que no conocen la verdad no han perseverado en
el estudio. El engaño, como era costumbre de la autora, pareciera no existir.
“Sed hacedores de la
palabra y no solamente oidores que se engañan a sí mismos”. (Santiago 1:22)
También dice que el
significado de lo leído nos tiene que parecer claro. “parecer claro”. Eso significa que para conocer la verdad hay que
buscarla en la biblia y concluir lo que a uno le parezca.
Ese es uno de los peores
consejos dados en esta lista de párrafos y probablemente en todo el libro. Eso
que aconseja esa frase es exactamente lo que hacen todos los equivocados, los
engañados y los mentirosos.
Todos los que tienen
doctrinas erróneas hacen eso, también los paganos, los ateos, los que persiguen
a Cristo y a los cristianos; los alterados mentales que atribuyen sus locuras a
mandatos divinos; los que buscan una verdad en la biblia y no la encuentran; los
que buscan apoyo bíblico a sus propias ideas y la hallan; los que comparan la
vida de Cristo con la vida del Buda y la hallan semejantes; los que comparan al
cristianismo con la antigua astrología y hallan similitudes; los que toman las
enseñanzas bíblicas en forma literal; los que no creen que Cristo fue un ser
humano; los que buscan en la historia la explicación de la existencia de Cristo
y la hallan; los que dicen que Cristo y los ángeles son seres extraterrestres
que viven en otro planeta; los que creen que Lucifer es, en realidad, un
libertador; los que se creen espiritualmente superiores a los demás por creer
que Dios está de su lado, etc.
¿Sabía Elena de White que
todas las iglesias evangélicas o cristianas se respaldan en la biblia? Sabiendo
que esas doctrinas son distintas y hasta llegan a ser opuestas a su doctrina,
¿aun así pensaba que en la biblia está todo clarito?
Hay que subestimar demasiado
a los otros para pensar que tal diferencia entre las doctrinas se debe a que
aquellos no leen la biblia.
Leen y estudian la
biblia, pero la interpretan a su manera, ese es el problema, mismo que tendrán
los que le crean a Elena de White.
La palabra de Dios, y
principalmente las enseñanzas de Cristo, se prestan para que se mal interpreten,
eso es porque contienen verdades equilibradas. La verdad de la biblia está en
el centro, así cualquier punto de vista le queda bien, cualquier observación
parcial de ella coincide con la verdad.
Pero una observación de
la verdad de Dios hecha desde un sólo punto de vista será una verdad parcial y
por lo tanto engañosa. Eso es lo que les pasará a los que crean en el método de
Elena de White, encontrarán verdades, pero parciales y engañosas.
Si había gente que había
estudiado la biblia, esos eran los fariseos, ellos sí que tenían muy bien
claras sus ideas y los significados bíblicos, sin embargo no pudieron reconocer
a Cristo. Por otra parte la biblia nos enseña que sin mucho conocimiento
bíblico, igualmente se puede encontrarle.
El ciego, a quien Jesús
le abrió los ojos, enseñó a los fariseos con su testimonio:
“Nosotros sabemos que Dios habló a Moisés, pero en cuanto a
éste, no sabemos de dónde es. Respondió el hombre y les dijo: Pues en esto hay
algo asombroso, que vosotros no sepáis de dónde es, y sin embargo, a mí me abrió los ojos y
sabemos que Dios no oye a los pecadores; pero si alguno es temeroso de Dios, y
hace su voluntad, a ése oye.” (Juan 9: 29-31)
Otro de los párrafos
dice:
“Las grandes verdades necesarias para la salvación están presentadas
con tanta claridad como la luz del mediodía”
Esa es una frase dicha
por un terco. Es una frase igual a la anterior, son otras palabras pero la
mentalidad es la misma.
Cualquiera que haya mal
interpretado la biblia, puede algún día darse cuenta de su error y cambiar su
doctrina, excepto el que crea en ese párrafo, ese no puede encontrar la verdad.
Entonces la pregunta es:
¿Esa enseñanza viene de Dios? No, porque si lo fuera, Dios le estaría dando
permiso a los engañados para que sigan con su doctrina.
Otro interrogante es,
¿Para quién está claro? porque todos los engañados con respecto a la doctrina
cristiana creen que todo está claro. No han encontrado la verdad en la biblia,
pero ellos creen que sí y así lo afirman.
¿Sabía la autora que
todas las congregaciones religiosas erróneas o engañosas, dicen lo mismo?
¿Cómo hace alguien que
practica una doctrina falsa para darse cuenta de su error? Primero tendrá que
dejar de creer que todo está claro. Los adventistas, cuando intentan enseñarles
su verdad a esas personas, seguramente ruegan que ellos no conozcan o no crean
que está todo claro, porque si lo hicieran no tendrían éxito.
Quien crea y repita esa
frase no está sino confesando que no ha entendido la verdad de la biblia. Mientras
siga sosteniendo esa idea no conocerá a Cristo. Por el contrario el que llegó a
conocer la verdad no afirmará nunca que la verdad está clara en la biblia.
Si tuviéramos que
señalarle alguna característica a la biblia, esa será justamente contraria a lo
que dice ese párrafo. Si hay algo que la caracteriza es que en ella no está
todo claro.
La biblia no está hecha
para que la entienda cualquiera que se proponga estudiarla hasta lograrlo, por
más buen método que emplee. Al contrario, está hecha justamente para que eso no
ocurra. La biblia nos revela los misterios del reino de Dios, pero no se logra
ese entendimiento estudiándola.
“Por tanto,
cualquiera que oye estas palabras mías y las pone en práctica, será semejante a
un hombre sabio que edificó su casa sobre la roca” (Mateo 7: 24)
"¡Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, y que jamás entraron en
pensamiento humano, son las cosas grandes que ha preparado Dios para los que le
aman!" (1 Corintios 2: 9)
“Y respondiendo El, les dijo: Porque a vosotros se os ha concedido
conocer los misterios del reino de los cielos, pero a ellos no se les ha
concedido”. (Mateo 13: 11)
“Por eso les hablo en parábolas; porque viendo no ven, y oyendo no
oyen ni entienden”. (Mateo 13: 13)
El mismísimo Cristo
estaba enseñando la palabra y aun así había personas que no entendían. ¿Creía
la autora que Cristo no era hábil en la tarea de enseñar la palabra?
“estudiar un pasaje hasta que su significado nos parezca claro”
“Si se estudiara la Palabra de Dios como se debe, los hombres tendrían
una grandeza de espíritu”
“El que perseverantemente escudriña la Palabra de Dios buscando sus
tesoros ocultos, encontrará verdades”
Ahora resulta ser que los
que oyendo no oían ni entendían, eran personas a las que Cristo no les enseñó
la palabra como era debido.
Sólo hay que imaginarse a
una persona de la época de Jesús, que fue a escucharle pero oyó y no entendió,
después fue a su casa, agarró la biblia y se puso a estudiarla como era debido hasta
que finalmente entendió.
Alguien tendría que
haberle dicho a Cristo que si las personas no entendían, era por culpa de que
Él no enseñaba como era debido. Al menos tendría que haber tenido la paciencia
de quedarse más tiempo enseñándoles la palabra hasta que el significado quedara
claro.
La próxima vez que haya
que enseñar al mundo como es el reino de Dios, mejor enviémosle a Elena de
White, porque el tal Cristo ese, no sabía enseñar. Por no enseñar como era
debido, la gente se quedaba sin entender y sin conocer a Dios.
En la actualidad también
hay personas que “oyendo no oyen ni entienden”, pero después de emplear los
métodos de Elena de White, seguirán sin conocer la verdad, pero creerán que sí
los hicieron, sólo porque le creen a la autora.
La parábola del sembrador
podría haberle enseñado algo a la autora, básicamente allí se enseña que la
palabra hay que ponerla en práctica.
Es la primera de las
parábolas que Cristo enseñó, seguramente porque es lo primero que hay que saber
acerca de la palabra de Dios. Jesús explicó esa parábola diciendo:
“Mas el que fue sembrado en buena tierra, éste es el que oye
y entiende la palabra, y da fruto; y produce a ciento, a sesenta, y a treinta
por uno”. (Mateo 13: 23)
Ese párrafo bíblico enumera
tres etapas: oír, entender y dar fruto. Elena de White sólo enumera dos de esas
tres partes: oír y entender. ¿Dónde quedó el tercer paso? ¿Qué pasó con ella
que no pudo entender esa parábola aun habiendo sido explicada? ¿No era que
estaba todo clarito?
Los que le crean a la autora,
en vez de perseverar para poner en práctica lo aprendido, perseverarán en
entender lo que se estudia.
“estudiar un pasaje hasta que su significado nos parezca claro”
¿Por qué insistía la autora
que hay que perseverar en el estudio? ¿De qué parte de la biblia sacó eso? De
ninguna parte, porque como se dijo antes, lo único que se consigue con esa
perseverancia es engañarse.
Es como si después de
aprender la parábola del sembrador se concluyera que el cristiano verdadero es la
buena tierra. Esa no es la conclusión correcta. El cristiano verdadero es el
que da frutos.
Los que estudien la biblia
hasta que su significado les parezca claro, cuando intenten poner en práctica lo
aprendido, verán que no se puede. La misma autora apoya esa idea cuando dice:
“veremos que es imposible
amarlos como Cristo nos ha amado” (debió haber dicho: ordenado)
Las personas que le creen a
la autora, de haber intentado poner en práctica las enseñanzas de Cristo se
habrían topado con esa imposibilidad, entonces se habrían dado cuenta que no
estaba todo claro.
¿Qué están esperando para
hacerlo? ¿No pueden amar al enemigo y lo confiesan? Si, lo confiesan pero no
hacen nada para lograrlo, en vez de eso recurren al método alternativo de la
autora y explican la situación, quedando así todo claro.
“espaciándose en Cristo” ¿se
logra amar al enemigo?
La respuesta es sencilla, no.
Pero al parecer, aprueban tener todas las enseñanzas de la biblia bien
aprendidas y sus ideas bien claras como la luz del mediodía. Una vez logrado
eso, y “espaciándose en Cristo”, es
decir, distrayendo la mente en otra cosa, salen a evangelizar o trabajan en las
tareas de su iglesia y sus instituciones y así creen estar poniendo en práctica
la palabra.
Los engañados con el método
de Elena de White, cuando salgan a evangelizar, dirán a otros lo mucho que Dios
les cambió la vida, harán muchas grandes cosas en nombre de Dios. Trabajarán y
participarán en todo lo que puedan para llevar adelante la gran obra de su
iglesia. Así, creerán estar poniendo en práctica lo aprendido. Hablarán de Dios
a los demás con palabras amables y tiernas incluso a sus enemigos. Entonces se
preguntarán: ¿Cómo es que alguien se atreve a decir que no ponemos en práctica
la palabra?
No es haciendo las tareas
propias de los creyentes como se pone en práctica la palabra. El método de la
autora no logra que sus seguidores amen al enemigo, pero sí logra que se pongan
frente a ellos y les hablen de Dios, eso lo pueden hacer porque ponen los
pensamientos en otro lado. A eso le llaman: “espaciarse en Cristo”. Deberían
llamarlo, -distraerse en Cristo-.
Cuando enseñan a no
dejarse influenciar por gente incrédula, los sacerdotes adventistas suelen
decir: “nosotros tenemos lugares más
elevados donde refugiarnos”. Distraerse es su doctrina.
El siguiente párrafo
bíblico les podría hacer reflexionar acerca de poner en práctica la palabra.
Allí dice que no todo el que hace lo que un verdadero cristiano hace, conoce la
verdad.
“Muchos me dirán en aquel día: ``Señor, Señor, ¿no
profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu
nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: ``Jamás os conocí;
APARTAOS DE MI, LOS QUE PRACTICAIS LA INIQUIDAD. Por tanto, cualquiera que oye estas palabras mías y las pone
en práctica, será semejante a un hombre sabio que edificó su casa sobre la
roca” (Mateo 7: 22-24)
Ese pasaje bíblico
resulta, en principio, contradictorio.
¿Que le reclaman esos
hombres al Señor? Ellos aseguran que sí, han puesto en práctica las palabras,
incluso tienen una lista de cosas que han hecho, cosas que Dios requiere que se
hagan, cosas que Dios promete que podrán hacer los que crean en Él. Sin
embargo, el señor les responde: “Jamás os
conocí”.
Luego especifica algo: Dice
que hay que poner en práctica la palabra y además dice que cualquiera puede
hacerlo.
“cualquiera que
oye estas palabras mías y las pone en práctica”
Allí nada dice acerca de comparar texto con texto,
concentrar nuestros pensamientos en Cristo, espaciarnos en su carácter,
trabajar en la tarea evangelizadora ni hacer grandes milagros.
Tampoco dice que hay que
escudriñar la Palabra de Dios buscando sus tesoros ocultos ni promete que tal
estudio será abundantemente recompensado. Todas esas cosas son inventos de la
autora.
¿A cuál recompensa se refiere la autora? ¿Profetizar
en nombre de Dios, echar fuera demonios y hacer muchos milagros?
Los que empleen los
métodos de Elena de White, después de hacer todo ese trabajo investigativo también
creerán que en la biblia está todo clarito, cuando en realidad, habrán
encontrado un respaldo bíblico a sus creencias preconcebidas.
La parábola del hijo
pródigo podría enseñarle algo a los que emplean el método de la autora. El hijo
que se fue y volvió comprendió la verdad. El otro, el hermano que nunca se fue,
nunca entendió la verdad. Para conocer la verdad hay que dar toda una vuelta,
hay que verla desde todos los puntos de vista y no solamente desde un lugar,
eso se logra poniendo lo aprendido en práctica.
Los dos hijos estaban en
el mismo lugar, hacían las mismas cosas, habían recibido la misma enseñanza,
pero uno comprendió la verdad y el otro no.
Alguno pensará que con
esto se está sugiriendo salirse de la iglesia e irse al mundo un tiempo y luego
volver. Dirá que se está incitando a pecar un poquito para así conocer todos
los puntos de vista, sugerencia que rechazarán firmemente.
Eso lo piensan porque
creen que la parábola del hijo pródigo se refiere a la iglesia y a sus miembros.
Creen que la casa del padre es la iglesia y el hijo pródigo es un miembro que
dejó de asistir.
Creen que el hijo pródigo
es alguien que se salió de la creencia y que eventualmente perdió el rumbo o se
puso rebelde. Después de desistir de su rebeldía y de sus pecados, decide volver
y a pesar de todas sus malas acciones, el padre Dios, le perdona y le recibe
otra vez por ser muy indulgente. Esa interpretación, propia de Elena de White,
coincide perfectamente con la parábola. Es por eso que dicen: ¡está clarito!
Pues ese patético punto
de vista de esa parábola es resultado de creer de antemano que en la biblia
está todo clarito. “Está clarito” dicen esos predicadores, y a continuación
muestran a la gente sus enseñanzas y sus tiernos y conmovedores puntos de vista
de todas sus doctrinas engañosas.
Los que crean la
interpretación de la autora acerca de esa parábola, jamás la pondrán en
práctica. ¿Qué están esperando para poner en práctica esa parábola? De seguro
creen que esa parábola en particular no necesitan ponerla en práctica, de
seguro ni siquiera saben cómo se hace.
Los que le creen a la
autora no lo saben, pero no están haciendo lo que Cristo enseña, por eso no lo
conocen. Ellos jamás pondrán en práctica esa parábola, es posible incluso que ninguna
de las otras.
La biblia enseña un
método para conocer la verdad, es como una barrera que detiene a los que, al
estudiarla, se van por el camino equivocado. Les impide seguir por ese camino y
los guía hacia el camino correcto, esa barrera sólo aparece cuando se intenta
poner en práctica lo aprendido.
La autora deliberadamente
retira esa barrera o propone alternativas. Lo hace con palabras de aliento y
esperanza, se pone del lado de Dios cuando en realidad sólo intenta ganar
adeptos para su iglesia compuesta de doctrinas engañosas.
Hay personas que creen
que por participar de las actividades evangelizadoras de su iglesia o haciendo
tareas de caridad ya están poniendo en práctica la palabra de Dios. Puede que
sí, pero también puede que no hayan entendido la verdad, sólo se comportan como
si así fuera, igual que el hermano del hijo pródigo.
Ahora, a todos los que le
han creído a Elena de White, bien les vendría darles otro tipo de enseñanzas,
porque al menos la mayoría, tiene toda la intención de conocer la verdad.
Pongan en práctica las
siguientes enseñanzas bíblicas y de seguro conocerán la verdad y alcanzarán
sabiduría. No necesitarán compararlo con otro texto, no hará falta pedirle a
Dios en oración que les muestre el significado. Pero por sobre todas las cosas,
no demanda de nosotros la más mínima ni solemne reflexión, de hecho cuanto más
se trate de reflexionar sobre esas enseñanzas, menos se las podrá poner en
práctica.
“Ustedes han oído que se dijo: “Ama a tu prójimo y odia
a tu enemigo”. Pero yo les digo: Amen a sus enemigos y oren por quienes los
persiguen, para que sean hijos de su Padre que está en el cielo”. (Mateo 5:
43-45)
“No juzguen, y no serán juzgados; no
condenen, y no serán condenados; perdonen, y serán perdonados”. (Lucas 6:
37)
“Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es
el reino de los cielos”. (Mateo 5:3)
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